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Historias de Entre Rios
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  Libro I
Capítulo 12
Cristóbal Colón

 

Durante gran parte de la Edad Media, los nobles cristianos de Europa habían participado de numerosas Cruzadas para recuperar el Santo Sepulcro. Nunca lo consiguieron, pero como botín de guerra de los territorios enemigos del Levante habían traído especias, sedas, alfombras, extrañas frutas secas, objetos de plata y de vidrio. Al diseminarse estos artículos, toda Europa adquirió nuevos gustos y se creó un mercado ansioso de adquirir toda clase de productos llegados de India y China. Los comerciantes italianos los traían desde los puertos de Siria. Estos mercaderes también traían de Asia toda clase de historias, que al propagarse se deformaban sin límites. Llegaron a creer que en Asia existían casas con techos de oro y paredes de plata, que el aire estaba perfumado con exóticas especias y que había calles cubiertas de perlas. Pensaban que allá estaba la fuente de la eterna juventud. Decían que, una vez gozados, ningún mortal podía olvidar los encantos de aquellas mujeres. Fue una obsesión de la época poder llegar a ese paraíso terrenal a través de una ruta menos tortuosa que la conocida hasta entonces.

Luego de largas exploraciones portuguesas por el litoral africano, en 1487 Bartolomé Dias dobló por el Cabo de Buena Esperanza y descubrió el paso marítimo hacia las especias y el oro. Portugal ganó así una gran ventaja sobre las demás naciones, en especial sobre Castilla, que para ese entones estaba muy entretenida peleando las batallas finales de su guerra interminable con los moros.

Carabelas La otra alternativa para llegar a la India era intentarlo navegando hacia el Oeste. Probablemente, desde hacía siglos muchos ya se habían atrevido a internarse profundamente en el Atlántico. Quizás murieron en el intento, quizás encontraron tierras y se quedaron a vivir en ellas y hasta es posible que algunos hayan vuelto. Por razones de estado, los portugueses mantenían en secreto sus descubrimientos. Si los hubo, ninguno de estos hechos quedaron registrados como acontecimientos históricos y además, hasta entonces no existía la necesidad imperiosa de llegar allí.

Los Griegos ya sabían que la tierra era redonda. Cuatrocientos años Antes de Jesucristo habían calculado su diámetro con menos de cien kilómetros de error. Esta y mucha otra sabiduría humana se había perdido en la oscuridad de la edad media europea. Los portugueses tenían conocimientos geográficos muy superiores a los cartógrafos de los Reyes Católicos, que habiendo subestimado considerablemente el tamaño real de la tierra, llegaron a pensar que sería una buena idea llegar hasta Asia navegando hacia el Oeste.

Colón Colón, estaba obsesionado con la idea. Podía cambiar su oscuro presente de pobre piloto y cartógrafo, enriqueciéndose con el oro y especias que lo estaban esperando. A través de sus sueños de hombre medieval, se veía predestinado a difundir el conocimiento de la fe verdadera como un verdadero Preste Juan. Con sus nuevas riquezas contrataría un ejército y rescataría de los turcos el sagrado sepulcro. Sólo le faltaba un "sponsor". Los portugueses lo rechazaron, porque no les iba a enseñar a los monos a comer banana. El comite castellano de teólogos y capitanes consideró su idea durante cuatro años y también la descartó. Tozudo y porfiado, ya se estaba preparando para acudir al Rey de Francia cuando conoció al confesor de la Reina Isabel. Lo que no pudo hacer frente a las autoridades burocráticas, lo consiguió por la puerta de atrás, donde estaba el verdadero poder. Finalmente zarpó del Puerto de Palos con tres pequeños barcos y una tripulación compuesta por un centenar de fascinerosos medio obligados, que no hubieran sido una gran pérdida para la humanidad si algo salía mal. Por ser un viaje oficial, llevaba notario, médico, cirujano y sacerdote. Por ser optimista también llevaba un traductor oriental.

El 12 de Octubre de 1942 encontró tierra: La India, según él. Como no conocía a los indios verdaderos, así llamó a los nativos y se llevó una media docena de ellos a Europa como prueba de su hazaña. Pimienta y especias, eso sí, todavía no había encontrado a pesar de haber recorrido por tres largos meses a todas las islas que estuvieron a su alcance. En la isla que llamó Española fundó el Fuerte Navidad, donde dejó cuarenta hombres. En el viaje de vuelta, la Santa María naufragó durante una tormenta. Los dos barcos restantes se perdieron de vista y regresaron por distintas rutas, pensando los de cada uno que el otro había perecido. La Pinta desde el norte de España y La Niña previa escala en Lisboa, arribaron a Palos el mismo día. Colón llegó unas pocas horas antes y había sido proclamado héroe. Pinzón había perdido la oportunidad de entrar a la historia, con la que tanto había soñado en la etapa final del regreso. Murió unos pocos días después, quizás por la desagradable sorpresa. Colón, en cambio, realizó una marcha triunfal desde Cádiz hasta Barcelona, exibiendo cuarenta pericos, sus indígenas, una iguana y algunos artículos de oro que había cambiado a los nativos por cuentas de vidrio. Los Reyes Fernando e Isabel lo invitaron a sentarse a sus pies y le confirmaron sus títulos de Virrey y Almirante del Océano.

Este mediático descubrimiento de Colón provocó una gran convulsión en los portugueses, que no querían aceptar la exclusividad de Castilla sobre aquellos territorios. Para evitar la guerra, el Papa Alejandro VI, como árbitro indiscutido de la cristiandad, dictó la Bula Intercaetera en 1493, determinando que serían de los Reyes Católicos todas las tierras mas allá de 100 leguas de la Islas Azores y del Cabo Verde. Todas las que se encuentren al Este de esta línea serían portuguesas. Esta Bula evitó la guerra inmediata, pero el Papa, con una gran ignorancia geográfica le había concedido a los portugueses nada más que agua, aunque los geógrafos castellanos tampoco lo sabían. Los portugueses, en cambio, estaban dispuestos a ir a la guerra si no les corrían la línea divisoria más al Oeste.

Los Reyes Católicos se reunieron en su palacio de Tordecillas con los portugueses el 7 de Julio de 1494 y sin muchas discusiones les dieron el gusto, aceptando tan extraño pedido en favor de la paz. Firmaron un nuevo tratado aumentando la distancia a 360 leguas de las Azores. Así ganaron los portugueses todo el territorio al Este de una línea que bajaba desde la desembocadura del gran Río Amazonas hasta el Cabo Santa María.

Colón regresó a la isla Española en 1493 con 17 barcos, caballos, vacas, ovejas y los materiales necesarios para establecer una colonia permanente. Al llegar, solemnemente le leyeron en castellano a los sorprendidos nativos, la Bula Papal que les concedía esas tierras, considerada como suficiente justificación para el sometimiento de aquellos habitantes.

El fuerte Navidad había sido destruído. De acuerdo con la versión del jefe Guacanagarí, algunos hombres se habían matado entre ellos por disputas sobre oro y mujeres. Otros habían abandonado el fuerte. Finalmente, cuando algunos se internaron el la isla para raptar mujeres, las tribus del interior destruyeron el fuerte y mataron a los restantes. Colón fue incapaz de controlar a la banda de rufianes que había llevado a las islas. Los mansos habitantes nativos, al cabo de una generación habían sido prácticamente exterminados. Colón estaba desesperado porque sólo encontraba islas, sin poder llegar a China. Le ordenó firmar un papel a sus hombres donde juraban que Cuba era tan grande, que podía ser considerada un continente. Abandonó las exploraciones por motivos de salud y volvió a España en 1496.

En Mayo de 1497 Colón se lanzó a su tercer viaje con seis barcos. Los colonos se rebelaron. El acordó la paz en términos humillantes y siguió explorando las costas en busca de los tesoros de Catay y Chipango. Mientras tanto, el 18 de Mayo de 1499, Américo Vespucio zarpó desde Cádiz para explorar científicamente las costas occidentales.

El 10 de Julio de 1499, el portugués Vasco Da Gama había regresado de la India rodeando Africa con un cargamento de especias por un valor sesenta veces superior al costo del viaje. La hazaña de Colón había quedado insignificante y su estrella se apagó. Los enormes gastos de sus expediciones no redituaban beneficio alguno y encima de todo, era un pésimo administrador.

Los Reyes Católicos nombraron Comisionado Real en las colonias a Francisco de Bobadilla. Cuando éste arribó a Santo Domingo, arrestó a Colón y en octubre del 1500 lo mandó encadenado de vuelta a España. Usando la poca influencia que le quedaba, Colón pudo organizar un cuarto viaje. Como él estaba convencido que había llegado a China, sólo necesitaba encontrar el estrecho mencionado por Marco Polo, que lo conduciría directamente al Océano Indico.

El 11 de Mayo de 1502 zarpó de Cádiz con cuatro viejos barcos y 140 hombres. En las costas de Panamá quería encontrar el Estrecho de Melaka, que está entre la península de Malasia y la Isla de Sumatra, al norte de Singapur. La única posibilidad de encontrarlo, era que la tierra tuviera la mitad de su tamaño real. Colón perdió el primer barco en Enero de 1503, cuando quedó encallado en la desembocadura del río Belén y fue atacado por los indios. El segundo barco tuvo que ser abandonado porque los gusanos perforaron tanto la madera que era imposible mantenerlo a flote. A los dos restantes les pasaba lo mismo, y después de una tormenta quedaron como náufragos en Jamaica, donde no había ninguna colonia española. El capitán Diego Méndez le compró una canoa a los indios y así pudo llegar en busca de auxilio a la Isla Española. El gobernador Ovando lo arrestó por siete meses y se negó a mandar una carabela para rescatar la expedición. Finalmente, un año despues de haber salido, Méndez pudo llegar en una pequeña carabela alquilada y Colón retornó a España el 7 de Noviembe de 1503. Tres años después murió pobre, humillado, melancólico, desilusionado y casi olvidado.

Si en vida hubiera aceptado la realidad que no había llegado a Asia, esas tierras probablemente llevarían en nombre de Colombia, porque en esa época era extendida la costumbre de bautizar a los territorios descubiertos con el nombre del explorador que los encontraba.

Libro de Martin Waldseemüller Américo Vespucio no era un aventurero en busca de tesoros y conquistas. Este culto hombre de negocios florentino al servicio de los Médici tenía una visión muy clara del mundo y se convirtió en un navegante oceánico experimentado y brillante. Después de su primer viaje en 1499, otra vez zarpó desde Lisboa en 1501, realizando un segundo año de exploraciones de la costa occidental. Durante ese tiempo levantó un mapa detallado de los diez mil kilómetros recorridos. Estableció un nuevo método para medir la longitud y calculó el diámetro de la tierra con un error de solamente ochenta kilómetros. Dejó en evidencia que esas costas no eran parte de Asia. En 1507, un año después de la muerte de Colón un geógrafo alemán, Martin Waldseemüller, publicó un libro refiriéndose al nuevo mundo con el nombre de América. Ese nombre prevaleció desde entonces.

 

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