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Durante gran parte de la Edad
Media, los nobles cristianos de Europa habían participado de numerosas
Cruzadas para recuperar el Santo Sepulcro. Nunca lo consiguieron, pero como
botín de guerra de los territorios enemigos del Levante habían traído
especias, sedas, alfombras, extrañas frutas secas, objetos de plata y de
vidrio. Al diseminarse estos artículos, toda Europa adquirió nuevos gustos y
se creó un mercado ansioso de adquirir toda clase de productos llegados de
India y China. Los comerciantes italianos los traían desde los puertos de
Siria. Estos mercaderes también traían de Asia toda clase de historias, que al
propagarse se deformaban sin límites. Llegaron a creer que en Asia existían
casas con techos de oro y paredes de plata, que el aire estaba perfumado con
exóticas especias y que había calles cubiertas de perlas. Pensaban que allá
estaba la fuente de la eterna juventud. Decían que, una vez gozados, ningún
mortal podía olvidar los encantos de aquellas mujeres. Fue una obsesión de la
época poder llegar a ese paraíso terrenal a través de una ruta menos tortuosa
que la conocida hasta entonces.
Luego de largas exploraciones portuguesas por el litoral africano, en 1487
Bartolomé Dias dobló por el Cabo de Buena Esperanza y descubrió el paso
marítimo hacia las especias y el oro. Portugal ganó así una gran ventaja sobre
las demás naciones, en especial sobre Castilla, que para ese entones estaba muy
entretenida peleando las batallas finales de su guerra interminable con los
moros.
La otra alternativa para llegar a la India era intentarlo navegando hacia el
Oeste. Probablemente, desde hacía siglos muchos ya se habían atrevido a
internarse profundamente en el Atlántico. Quizás murieron en el intento,
quizás encontraron tierras y se quedaron a vivir en ellas y hasta es posible
que algunos hayan vuelto. Por razones de estado, los portugueses mantenían en secreto sus descubrimientos.
Si los hubo, ninguno de estos hechos quedaron
registrados como acontecimientos históricos y además, hasta entonces no existía la
necesidad imperiosa de llegar allí.
Los Griegos ya sabían que la tierra era
redonda. Cuatrocientos años Antes de Jesucristo habían calculado su diámetro
con menos de cien kilómetros de error. Esta y mucha otra sabiduría humana se
había perdido en la oscuridad de la edad media europea. Los portugueses tenían
conocimientos geográficos muy superiores a los cartógrafos de los Reyes Católicos,
que habiendo subestimado considerablemente el tamaño
real de la tierra, llegaron a pensar que sería una buena idea llegar hasta
Asia navegando hacia el Oeste.
Colón, estaba obsesionado con la idea. Podía cambiar su oscuro
presente de pobre piloto y cartógrafo, enriqueciéndose con el oro y especias
que lo estaban esperando. A través de sus sueños de hombre medieval, se veía
predestinado a difundir el conocimiento de la fe verdadera como un verdadero Preste Juan. Con sus nuevas
riquezas contrataría un ejército y rescataría de los turcos el sagrado
sepulcro. Sólo le faltaba un "sponsor". Los portugueses lo rechazaron,
porque no les iba a enseñar a los monos a comer banana. El
comite castellano de teólogos y capitanes consideró su idea durante cuatro años y
también la descartó. Tozudo y porfiado, ya se estaba preparando para acudir al
Rey de Francia cuando conoció al confesor de la Reina Isabel. Lo que no pudo
hacer frente a las autoridades burocráticas, lo consiguió por la puerta de
atrás, donde estaba el verdadero poder. Finalmente zarpó del Puerto de Palos
con tres pequeños barcos y una tripulación compuesta por un centenar de
fascinerosos medio obligados, que no hubieran sido una gran pérdida para la
humanidad si algo salía mal. Por ser un viaje oficial, llevaba notario,
médico, cirujano y sacerdote. Por ser optimista también llevaba un traductor
oriental.
El 12 de Octubre de 1942 encontró tierra: La India, según él. Como no conocía
a los indios verdaderos, así llamó a los nativos y se llevó una media docena de
ellos a Europa como prueba de su hazaña. Pimienta y especias, eso sí, todavía
no había encontrado a pesar de haber recorrido por tres largos meses a todas
las islas que estuvieron a su alcance. En la isla que llamó Española fundó el
Fuerte Navidad, donde dejó cuarenta hombres. En el viaje de vuelta, la Santa
María naufragó durante una tormenta. Los dos barcos restantes se perdieron de
vista y regresaron por distintas rutas, pensando los de cada uno que el otro
había perecido. La Pinta desde el norte de España y La Niña previa escala en
Lisboa, arribaron a Palos el mismo día. Colón llegó unas pocas horas antes y
había sido proclamado héroe. Pinzón había perdido la oportunidad de entrar a
la historia, con la que tanto había soñado en la etapa final del regreso.
Murió unos pocos días después, quizás por la desagradable sorpresa. Colón, en
cambio, realizó una marcha triunfal desde Cádiz hasta Barcelona, exibiendo
cuarenta pericos, sus indígenas, una iguana y algunos artículos de oro que
había cambiado a los nativos por cuentas de vidrio. Los Reyes Fernando e
Isabel lo invitaron a sentarse a sus pies y le confirmaron sus títulos de
Virrey y Almirante del Océano.
Este mediático descubrimiento de Colón provocó una gran convulsión en los
portugueses, que no querían aceptar la exclusividad de Castilla sobre aquellos
territorios. Para evitar la guerra, el Papa Alejandro VI, como árbitro
indiscutido de la cristiandad, dictó la Bula Intercaetera en 1493,
determinando que serían de los Reyes Católicos todas las tierras mas allá de 100 leguas
de la Islas Azores y del Cabo Verde. Todas las que se encuentren al Este de
esta línea serían portuguesas. Esta Bula evitó la guerra inmediata, pero el
Papa, con una gran ignorancia geográfica le había concedido a los portugueses
nada más que agua, aunque los geógrafos castellanos tampoco lo sabían.
Los portugueses, en cambio, estaban dispuestos a ir a la guerra si no les
corrían la línea divisoria más al Oeste.
Los Reyes Católicos se reunieron en su palacio de
Tordecillas con los portugueses el 7 de Julio de 1494 y sin muchas discusiones
les dieron el gusto, aceptando tan extraño pedido en favor de la paz. Firmaron un nuevo
tratado aumentando la distancia a 360 leguas de las Azores. Así ganaron los
portugueses todo el territorio al Este de una línea que bajaba desde la
desembocadura del gran Río Amazonas hasta el Cabo Santa María.
Colón regresó a la isla Española en 1493 con 17 barcos, caballos, vacas,
ovejas y los materiales necesarios para establecer una colonia permanente. Al
llegar, solemnemente le leyeron en castellano a los sorprendidos nativos, la Bula Papal que
les concedía esas tierras, considerada como suficiente justificación para el
sometimiento de aquellos habitantes.
El fuerte Navidad había sido destruído. De
acuerdo con la versión del jefe Guacanagarí, algunos hombres se habían
matado entre ellos por disputas sobre oro y mujeres. Otros habían abandonado
el fuerte. Finalmente, cuando algunos se internaron el la isla para raptar
mujeres, las tribus del interior destruyeron el fuerte y mataron a los
restantes. Colón fue incapaz de controlar a la banda de rufianes que había
llevado a las islas. Los mansos habitantes nativos, al cabo de una generación habían sido
prácticamente exterminados. Colón estaba desesperado porque sólo encontraba
islas, sin poder llegar a China. Le ordenó firmar un papel a sus hombres donde
juraban que Cuba era tan grande, que podía ser considerada un continente.
Abandonó las exploraciones por motivos de salud y volvió a España en 1496.
En Mayo de 1497 Colón se lanzó a su tercer viaje con seis barcos. Los colonos
se rebelaron. El acordó la paz en términos humillantes y siguió explorando las
costas en busca de los tesoros de Catay y Chipango. Mientras tanto, el 18 de
Mayo de 1499, Américo Vespucio zarpó desde Cádiz para explorar científicamente
las costas occidentales.
El 10 de Julio de 1499, el portugués Vasco Da Gama había regresado de la India
rodeando Africa con un cargamento de especias por un valor sesenta veces
superior al costo del viaje. La hazaña de Colón había quedado insignificante y
su estrella se apagó. Los enormes gastos de sus expediciones no redituaban
beneficio alguno y encima de todo, era un pésimo administrador.
Los Reyes Católicos nombraron Comisionado Real en las colonias a Francisco de
Bobadilla. Cuando éste arribó a Santo Domingo, arrestó a Colón y en octubre
del 1500 lo mandó encadenado de vuelta a España. Usando la poca influencia que
le quedaba, Colón pudo organizar un cuarto viaje. Como él estaba convencido
que había llegado a China, sólo necesitaba encontrar el estrecho mencionado
por Marco Polo, que lo conduciría directamente al Océano Indico.
El 11 de Mayo de 1502 zarpó de Cádiz con cuatro viejos barcos y 140 hombres.
En las costas de Panamá quería encontrar el Estrecho de Melaka, que está entre
la península de Malasia y la Isla de Sumatra, al norte de Singapur. La única
posibilidad de encontrarlo, era que la tierra tuviera la mitad de su tamaño
real. Colón perdió el primer barco en Enero de 1503, cuando quedó encallado en
la desembocadura del río Belén y fue atacado por los indios. El segundo barco tuvo
que ser abandonado porque los gusanos perforaron tanto la madera que era
imposible mantenerlo a flote. A los dos restantes les pasaba lo mismo, y
después de una tormenta quedaron como náufragos en Jamaica, donde no había
ninguna colonia española. El capitán Diego Méndez le compró una canoa a los
indios y así pudo llegar en busca de auxilio a la Isla Española. El gobernador
Ovando lo arrestó por siete meses y se negó a mandar una carabela para
rescatar la expedición. Finalmente, un año despues de haber salido, Méndez
pudo llegar en una pequeña carabela alquilada y Colón retornó a España el 7 de
Noviembe de 1503. Tres años después murió pobre, humillado, melancólico,
desilusionado y casi olvidado.
Si en vida hubiera aceptado la realidad que
no había llegado a Asia, esas tierras probablemente llevarían en nombre de
Colombia, porque en esa época era extendida la costumbre de bautizar a los
territorios descubiertos con el nombre del explorador que los encontraba.
Américo Vespucio no era un aventurero en busca de tesoros y conquistas. Este
culto hombre de negocios florentino al servicio de los Médici tenía una visión
muy clara del mundo y se convirtió en un navegante oceánico experimentado y
brillante. Después de su primer viaje en 1499, otra vez zarpó desde Lisboa en
1501, realizando un segundo año de exploraciones de la costa occidental.
Durante ese tiempo levantó un mapa detallado de los diez mil kilómetros
recorridos. Estableció un nuevo método para medir la longitud y calculó el
diámetro de la tierra con un error de solamente ochenta kilómetros. Dejó en
evidencia que esas costas no eran parte de Asia. En 1507, un año después de la
muerte de Colón un geógrafo alemán, Martin Waldseemüller, publicó un libro
refiriéndose al nuevo mundo con el nombre de América. Ese nombre prevaleció
desde entonces.
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