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Historias de Entre Rios
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  Libro I
Capítulo 3
Los Guaraníes

 

Lo poco que sabemos sobre los habitantes originales de este suelo, es a través de los europeos que escribieron sobre ellos. Muchos años después del encuentro de las civilizaciones, los invasores comenzaron a escribir sobre los nativos. La mayoría de estos historiadores eran sacerdotes que realmente apreciaban a los nativos americanos como si fueran verdaderos seres humanos y hasta objetaban el trato de semiesclavitud a que eran sometidos por sus compatriotas. Sin embargo, no podían entenderlos ni comprenderlos.

El primer error histórico, es que los guaraníes se llamaban “carios”. Los españoles oían que los carios mencionaban a menudo el vocablo "guaraní" (realmente era guarini, que significa guerra), por lo que creyeron que era el nombre de su raza y así la denominaron. A eso le tenemos que agregar la equivocación española de haber llamado y perpetuado en nombre de “indios” a los nativos americanos, desde cuando Colón creyó haber llegado a la India. Así fue como a los carios, nativos originales de la tierra, les quedó para siempre el nombre de indios guaraníes.

Guaraníes Un sacerdote de cultura casi medieval, aunque fuera muy bien intencionado, resultó un espantoso interlocutor para explicar una cultura tan diferente a la de ellos. Estos historiadores estaban convencidos que poseían toda la verdad y la razón más absoluta. Es más, opinar algo diferente a lo establecido oficialmente por la iglesia, era un crimen que frecuentemente se castigaba con la muerte en la hoguera. Cuando Galileo Galilei (1554 -1642) dijo que la tierra daba vueltas alrededor del sol, lo enviaron a la inquisición de Roma y tuvo suerte por que solamente lo condenaron a prisión perpetua. No es de extrañar que unos pocos años después, el padre José Guevara (nacido en 1720) escribiera textualmente sobre los nativos de estas tierras: “Yo no sé qué ideas tan bárbaras formaban sobre los astros, planetas y constelaciones, ni cuál era el reconocimiento con que correspondían a sus luces o influencias.”

Los nativos tenían libertad para pensar, pero no sabían escribir y los que podían escribir tenían prohibido pensar. Mala suerte para la historia.

Por supuesto que los originales americanos tenían otra forma de vivir distinta a la del europeo medieval. En su Historia el padre Guevara nos dice:
Leyes para el arreglamiento de las costumbres no consta que tuviesen, y siendo tan escandaloso el desgarror de su vida, superfluas parecían y vanas las reglas del bienvivir.”
Guaraníes Los sacerdotes se escandalizaban por el tremendo amor entre padres e hijos. Les recriminaban a los mayores que no castigaran físicamente a los niños como parte de su educación:
A los padres más les importa ser amorosos con ellos, sufriendo los atrevimientos de sus primeros años”. Por si no estuviera claro: “Este amor y esta afición de padres a hijos, tan expresivo como desreglado, precipita a los unos en permisiones indecorosas, y a los otros en osados atrevimientos. Los padres permiten a sus hijos toda libertad y soltura […] En lo demás los crían a su modo bárbaro e incivil, acostumbrándolos a los ejercicios propios de la nación, al arco, a la flecha, y ligereza de la carrera”. ¿Qué hubiera escrito el padre Guevara observando a un campamento actual de Boy Scout?.

El sexo, para el europeo medieval era una de las aberraciones más grandes de Guaraníes la humanidad. Al llegar a estas tierras, un sacerdote con voto de castidad, sólo podía escribir consternado:
Como es gente inocente usa el traje de la inocencia, y andan enteramente desnudos”. O más gracioso todavía: “Algunos acostumbraban taparse con un cuero a manera de manta que pendía desde los hombros hasta más abajo de las rodillas. Otros usaban tejidos a manera de redecillas que servían poco a la decencia y menos para el abrigo”.

Los sacerdotes, aunque realmente eran los europeos que mejor trataron a los habitantes de estas tierras, no podían dejar su tono despectivo al referirse a la organización social nativa: “Su gobierno era de los más infelices que pueden caer en la humana Guaraníes aprensión. Toda se reducía al cacique que hacía cabeza, y a algunas parcialidades de indios que le seguían”. Aunque algo bueno les reconocían: “una cosa loable tenían estos soberanos, que no agravaban con imposiciones y pechos los trabajos y laboriosidad de sus vasallos”. ¡Vaya! Eran tan salvajes que todavía no habían aprendido a explotarse entre ellos.
El Padre Guevara, cuando escribía sobre esta gente, usaba la frase “barbarie inculta” hasta para decir algo bueno de ellos:
En medio de una extrema pobreza y barbarie inculta, hacían aprecio de lo noble, y se gloriaban de ser señores de vasallos, que los miraban con respeto, y servían con fidelidad”.

Sin embargo, filtrando todos los prejuicios medievales de los relatores, podemos usar a esas fuentes como información y conocimiento, casi de primera mano.

Sabemos que al principio, dos pueblos comenzaron a destacarse sobre los demás: los tupíes y los guaraníes. Formaron los primeros poblados agrícolas al Norte de los esteros del Iberá, entre los ríos Paraguay, Alto Paraná y Alto Uruguay. Al ser pueblos semisedementarios, durante sus recorridos los poblados se dividían permanentemente y algunos grupos hasta quedaban aislados en los territorios de otras gentes. Al tiempo que un centenar de lenguas se mezclaban, poco a poco se fue formando una cultura común en toda la zona, con similares patrones de comportamiento.

Los tupíes preferían las zonas cálidas desde el Alto Paraná hasta la costa oceánica y aún más al Norte. Los guaraníes, en cambio, se deslazaban a las zonas más templadas al Sur del gran estuario, sin detenerse en el Paraná medio ni en el Uruguay medio, que ya estaban habitados por pueblos muy belicosos.

La economía de los guaraníes estaba basada en la caza, la pesca, y la agricultura. El comercio era rudimentario y las comunidades autosuficientes. La administración social y de los bienes producidos en cada aldea estaba a cargo de una autoridad patriarcal, el Cacique o Tuvichá y bajo la fiscalización de un Concejo de Ancianos.

En cuanto a la religión, se sabe que los guaraníes creían en la existencia de una tierra sin mal, donde alcanzaban la inmortalidad. No creían precisamente en un alma inmortal, o vida después de la muerte, sino en una vida inmortal en la Tierra. Esa búsqueda de la tierra prometida parece ser la principal razón de sus grandes migraciones.

Practicaban la democracia, ya que los caciques eran elegidos, y en casos necesarios, también destituidos. Para promover su candidatura, los aspirantes realizaban justas de oratoria, esforzándose cada uno por convencer a la mayoría y resultar el más popular.

No existe vestigio alguno que nos muestre algún intento de los guaraníes para transmitir sus conocimientos por escrito. El guaraní fue siempre una lengua exclusivamente oral, pero extraordinariamente precisa, completa y de gran expansión territorial. Los historiadores concuerdan en decir que desde hace dos mil años, el idioma del grupo tupí-guaraní era la lingua franca que cumplía el mismo rol en América del Sur que el latín en Europa. La entendían hasta los incas, y otros que procedían de diferentes troncos lingüísticos.

El recorrido de tan inmenso territorio permitió a los guaraníes conocer y nombrar la geografía, la flora y la fauna de la zona. Era especialmente fascinante el empeño que ponían en conocer la flora en detalle, estudiándola a fondo para investigar las propiedades medicinales de las plantas. Estos conocimientos fueron transmitidos verbalmente a los botánicos europeos, y como resultado de ello, el guaraní ocupa hoy el tercer lugar en cuanto al origen etimológico de los nombres científicos de las plantas, detrás del griego y del latín.

  Otras poblaciones originales de la Cuenca del Paraná

En el año 500 de nuestra era ya había en el litoral una fauna y flora similares a la actual. El delta y las costas de los grandes ríos estaban habitados por escasa población. Los restos encontrados indican que comían nutrias ciervos, corzuelas y diversas aves. La dieta también incluía abundantes peces y frutos silvestres. No tenían animales domésticos ni practicaban la agricultura. Se desplazaban por los ríos en troncos huecos y tierra adentro caminaban. Todos estos pueblos eran extremadamente belicosos. Matar para comer o morir para conseguir comida eran la vida normal y cotidiana. Así vivieron por mil años y aprendieron a defender su territorio con asombrosa eficacia. Para distinguirlos de los guaraníes, a todas estas razas y pueblos los llamaremos indios en general, tal y como los llamaban los españoles y sus descendientes criollos.

Las naciones, los pueblos y las lenguas tenían límites territoriales imprecisos. Las selvas del oeste, las costas de los grandes ríos, el extendido delta y las inmensas llanuras del sur y del oeste pertenecían a los más valientes. Los guaraníes del norte se desplazaban por estos territorios, pero no sin peleas frecuentes y nunca pudieron establecer poblaciones permanentes. Tampoco pudieron establecerse los conquistadores, que tuvieron que vivir en aldeas fortificadas y circular por caminos inseguros. Los territorios ocupados por los españoles durante tres siglos, fueron una cantidad insignificante del Cono Sur Continental. Después de medio siglo de gobiernos criollos independientes, recién pudieron exterminar a los nativos de los grandes ríos y las extensas pampas. Los habitantes originales de estas tierras, nunca fueron conquistados.

El primer animal doméstico que tuvo el indio fue el caballo, un regalo de los europeos. Todas las poblaciones que los conquistadores construyeron fuera de la tierra guaraní fueron destruidas. Los caballos abandonados encontraron infinitas praderas de pastos tiernos y se multiplicaron con asombrosa rapidez. En aquella inmensidad de tierra sin fronteras se encontró con el indio y juntaron sus soledades.

Los elementos de tortura del caballo fueron ignorados por el indio, que nunca usó freno, bozal, cabresto, rienda, montura, cincha, rebenque ni espuelas. El indio y el caballo eran amigos y los amigos no se atan, vienen cuando se los llama, ayudan cuando se los necesita y hacen todo juntos por que se quieren. El caballo nunca abandonaba a su indio muerto y se quedaba a vivir donde lo enterraban.

El indio llamaba a su caballo suelto que andaba por ahí, lo montaba por cualquier lado y hasta se paraba en su lomo para mirar de lejos en la planicie. Se sostenía de las crines y galopaba oculto en un flanco del animal, para que el enemigo vea del otro lado a un caballo sin jinete. El indio le indicaba la velocidad y dirección al caballo con una leve presión de sus piernas y las manos le quedaban libres para arrojar flechas, las boleadoras o manejar la lanza, que en sus manos hábiles era un arma mortal para cualquier enemigo. La lanza india era una caña muy larga de tacuara, que es una especie de bambú sudamericano, con un cuchillo atado en la punta. Jinete y caballo eran eficientes en la batalla, certeros en la persecución e inalcanzables en la retirada.

Como Hernán Cortés usaba a los caballos para impresionar a los nativos, porque creían que con el jinete eran un mismo ser, los españoles los trajeron a estas tierras con el mismo propósito. Al final ocurrió todo lo contrario, porque indio y caballo se hicieron uno solo, para formar un monstruo de guerra al que nunca pudieron vencer.

Recién a mediados del siglo diecinueve pudieron los gobiernos independientes pelear a los indios con revólver de repetición, matarlos de lejos con los rifles y exterminarlos con las ametralladoras. Estos tres inventos surgieron casi simultáneamente en América del Norte para exterminar a sus propios indios, porque a ellos les pasaba lo mismo.

Actualmente sabemos muy poco sobre los indios que habitaban estas tierras. Quedan las crónicas de los conquistadores, que no son suficientes para saber cómo eran, que pensaban y cómo vivían sus vidas cotidianas. El estudio mas serio se realizó en los mil setecientos por los padres Paucke y Dobrizhoffer. Para entonces el panorama étnico ya había cambiado totalmente en las tribus costeras del Paraná y el Uruguay. Con retazos de crónicas se armó un mapa estático de tribus y subtribus. En base a frases y hasta usando palabras aisladas se trató de agrupar los lenguajes para perseguir sus orígenes. El resultado representa la única explicación del pasado aborigen de esta zona. Desde los libros de historia se armó un marco colorido, estático y simplificado que pasó a los manuales escolares y quedó como verdad histórica oficial.

  La triste historia de los Charrúas

Los Charrúas habitaban las costas del bajo Río Uruguay y sus planicies aledañas. Eran unos pocos miles, pero ocupaban un territorio muy extenso. Si bien había varios kilómetros cuadrados por habitante, deben haber sido muy caminadores porque de acuerdo a los cronistas, los Charrúas siempre detectaban la entrada de cualquier extraño a sus tierras con increíble rapidez.

El que entraba en territorio Charrúa difícilmente salía vivo, porque eran unos guerreros extraordinarios. En esa zona no había mezcla de pueblos como en otros lados. Ellos solos dominaban toda la región. Cuando llegaron los europeos, sólo pudieron establecerse en ciudades fortificadas en la costa de los grandes ríos. Aunque después de varios siglos los inmigrantes superaban a la población original en una proporción de cien a uno, los Charrúas todavía seguían dominando una increíble cantidad de tierras de gran potencial productivo para la ganadería y la agricultura.

En el año 1830 los inmigrantes crearon un nuevo país llamado República Oriental del Uruguay, sancionaron su constitución y nombraron a Fructuoso Rivera como el primer presidente de la nación soberana. Los estancieros uruguayos reclamaban la limpieza del territorio nacional. Se pensó en trasladar a todos los Charrúas a la Patagonia o empujarlos por la fuerza hacia el territorio de Brasil. Finalmente se decidió exterminarlos.

En abril de 1831, el presidente Fructuoso Rivera convocó a una reunión al cacique Venado en los potreros del arroyo Salsipuedes, para discutir un supuesto robo de ganado hacia el Brasil y le pediría a los Charrúas que lo recuperen. En recompensa, el Presidente les prometía un lugar en su recién inaugurada jurisdicción territorial. Una vez reunidos, dirigiéndose a Venado, el cacique principal, el presidente le dijo con calma:
- Empréstame tu cuchillo para picar el tabaco.
El cacique sacó el cuchillo que llevaba en la cintura y se lo dio en silencio. Al recogerlo, el presidente sacó una pistola e hizo fuego sobre Venado. Esta era la señal convenida para comenzar el ataque y la matanza. Para ese entonces los Charrúas no eran mas de dos mil indios y sobrevivieron unas pocas docenas, mayormente mujeres, que fueron llevadas a pie casi trescientos kilómetros hasta Montevideo.

Las prisioneras se repartieron entre algunas familias que no tenían recursos para comprar esclavos. José Ellauri, Ministro de Gobierno del General Rivera, organizó el reparto y se reservó para sí mismo dos inditos adolescentes. Varias fueron entregadas en el puerto a los capitanes de barco. Quien compraba una india joven debía también aceptar una vieja y no se admitían devoluciones.

El 25 de febrero de 1833 fueron llevados a Francia cuatro Charrúas : Vaimacá Perú, Senaqué, Tacuabé, y Guyunusa. El responsable de su traslado fue Francois de Curel, quien los cedió a un circo para su exhibición. Senaqué murió el 27 de julio de 1833, luego de cuatro días de agonía, el diagnóstico médico estableció fiebre de consumición originada por la desesperación, el aburrimiento y especialmente la nostalgia. A fines de ese mismo año murió el cacique Vaimacá.

En setiembre de 1833 Guyunusa da a luz a una hija de Tacuabé. Por causa de la miseria, las privaciones y los malos tratos, la madre ingresó enferma el 22 de julio de 1834 al hotel Dieu de Lyon, falleciendo a las pocas horas. La situación era escandalosa y frente a denuncias, la policía francesa se decide a intervenir cuando ya era demasiado tarde. Tacuabé logra huir de Lyon con su hija, dejando sin pistas a la policía.

El Senado y Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, reunidos en Asamblea General el 14 de setiembre de 2000, aprobaron la Ley 17.256, declarando "de interés general la ubicación y posterior repatriación al territorio nacional de los restos de los indios charrúas Vaimaca Perú, Senaqué, Guyunusa y Tacuabé, fallecidos en la República de Francia ".

  Las Culturas Avanzadas del Continente

Las poblaciones escasas y desorganizadas como las de la Cuenca del Paraná, contrastaban con los grandes imperios de la cordillera occidental. Las civilizaciones mexicanas, por ejemplo, comenzaron a desarrollarse hace seis mil años. Hacia el año 1500 sus ciudades superaban ampliamente a las europeas en seguridad, comunicaciones, gobierno, comercio, arquitectura, majestuosidad y belleza. Tenían acueductos, drenajes, puentes y amplias calzadas que facilitaban el tráfico de multitud de personas. Además de una avanzada agricultura, tenían eficientes hilanderías de algodón y fabricaban finas telas con bellos bordados que podían competir exitosamente con los paños contemporáneos europeos. La pirámide de Cholula es de mayor volumen que la Gran Pirámide de Egipto. Bajo el Pedregal de San Ángel hay ruinas de más de 3000 años que están sepultadas bajo nueve metros de lava que bajó del Ajusco. Mudos testigos de un pasado glorioso son Teotihuacán, Monte Albán, Xochimilco, y un larguísimo etcétera.

La imagen de los nativos americanos como gente bruta, incivilizada y sanguinaria no coincide con algunos retazos conocidos de su creación artística. Un trozo de poesía azteca que ha llegado a nuestros días dice:

¡Sin duda eres el ave roja del dios,
sin duda eres el rey del que da vida!
Vosotros, los primeros que mirasteis la aurora
aquí cantando estáis.
¡Esfuércese en querer mi corazón
sólo flores de escudo: son las flores del sol!
¿Qué hará mi corazón?
¿Es que en vano venimos, pasamos por la tierra?
De modo igual me iré
que las flores que fueron pereciendo;
¡Nada será mi renombre algún día!
¡Nada será mi fama en la tierra!
¡Al menos flores, al menos cantos!
¿Qué hará mi corazón?
¿Es que en vano venimos, pasamos por la tierra?

Los Incas y los Aztecas tenían organizaciones sociales, económicas y políticas muy superiores, que permitían la convivencia de hasta un millón de personas en el valle de Anáuac, concentración humana impensable en la Europa de aquella época. Lastimosamente, la misma organización que permitía la convivencia de los habitantes, también favoreció el triunfo fácil de la conquista europea.

El fray Bernardino de Sahagún, a partir de 1529 vivió por sesenta años en México. Originalmente su objetivo era el de investigar la cultura indígena mexicana a fin de poder erradicar definitivamente esa idolatría.

Al introducirse Sahagún en el estudio de la de la lengua indígena, de la cultura, de sus rasgos humanos, naturales y divinos, quedó tan profundamente cautivado que le valió la excomunión. Una gran parte de su obra nos llegó de milagro.

Sahagún escribió la "Historia General de las Cosas en la Nueva España", una obra monumental en idioma náhuatl y en castellano, que resultó una pieza fundamental de la historia mexicana por la enorme cantidad de hechos y costumbres que registra.

Esta investigación se realizó entre 1547 y 1570. Envió a España un sumario de su obra que se perdió y un breve compendio a Roma por orden del Papa. Entonces empezaron sus problemas y cuando acababa de concluir el texto náhuatl, le quitaron sus manuscritos y los dispersaron. Finalmente los recuperó cinco años más tarde y terminó una versión castellana en 1577.

Por una real cédula del rey Felipe II, al año siguiente le ordenaron que todo el texto de su trabajo se remita a España sin dejar ninguna copia en México. Por suerte quedaron algunos borradores con los que Sahagún, en franca rebeldía, rehizo parcialmente su obra entre 1583 y 1585. Carlos María de Bustamente hizo la primera edición de este libro en México, en el año 1829.

Que los invasores hayan borrado de la faz de la tierra a las culturas Inca y Azteca simplemente por razones religiosas, es un error histórico lamentable. La ciudad de Tenochtitlan, en medio del lago del valle de México, hoy sería un Patrimonio de la Humanidad y muy probablemente la octava maravilla del mundo. Sin embargo fue desarmada piedra por piedra para construir casas e iglesias.

Los europeos no consideraban seres humanos a los nativos de estas tierras, sino "seres con apariencia de hombres". Recién el 9 de junio de 1537 una bula papal estableció que los del Nuevo Mundo eran "verdaderos hombres, racionales y dotados de un alma". Los sacerdotes cristianos la acataron inmediatamente, pero la mayoría de los conquistadores no se enteraron, o no se dieron por enterados.

 

 

 

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