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Historias de Entre Rios
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  Libro I
Capítulo 2
La Civilización Cristiana

 

¿Cómo le explicaríamos el Cristianismo Occidental a alguien que no está familiarizado con esa cultura?

El ser vivo inteligente, de pronto se volvió consciente de su propia existencia . Pienso, luego existo se dijo a sí mismo y entonces preguntó: ¿por qué existo?. No podía vivir sin una respuesta, aunque fuera precaria. La necesitaba para aplacar el tormento de la duda.

Religion El principio de la civilización occidental partió del concepto que el universo es demasiado perfecto y por lo tanto debe ser la obra de un diseño inteligente. Si los hombres existirían por un accidente casual, entonces no tendrían ninguna razón de ser. Si fueran una lotería de la naturaleza, vendrían de la nada y volverían a la nada, por ningún motivo. Para los occidentales, el universo no se pudo haber generado en un big bang que se produjo solito, sin causa y sin propósito. Todas las leyes y constantes universales de la naturaleza -que son matemáticamente perfectas en todos lados- no pueden ser un accidente. Son demasiadas casualidades para que muchos seres inteligentes no desconfíen. Si algo no es casual, entonces fue causado. Es como cuando la policía tiene la evidencia concreta de un asesinato y no sabe quién lo cometió. Aunque no sepan quién fue, el culpable igual está en alguna parte.

La primera hipótesis básica deducible y no demostrable de la civilización occidental, fue que había una voluntad anterior al origen del universo, porque nada existía por casualidad y además, todo fue hecho con una increíble perfección. Así de fácil lo explicó Einstein: Dios no juega a los dados con nosotros.

Si Dios, la naturaleza o la voluntad universal hubieran creado a los hombres con algún propósito que no eran capaces de comprender, también era razonable suponer que en algún momento les hubiera regalado las piezas que faltaban para armar el rompecabezas. Era la ilusión necesaria que dio origen a la fe. Ese fue el fundamento del éxito de los diferentes documentos sagrados, que explican la palabra revelada de Dios. Sin embargo a lo largo de toda la Historia Occidental, también se produjeron saltos cuánticos en el desarrollo del conocimiento, que son desconcertantes.

 

Los Griegos

Filosofo Uno de esos momentos increíbles se produjo hace más o menos dos mil quinientos años. Los griegos de golpe se volvieron tan inteligentes que partiendo de la nada, inventaron por su propia cuenta la filosofía, la lógica, la moral, la geometría, la estética, la geografía, la política, la ética, la historia y lo demás que es muy largo de enumerar. No se olvidaron de nada. Supieron que el mundo era una esfera flotando en el espacio y calcularon la circunferencia con notable precisión. Hasta dedujeron la existencia del átomo a puro razonamiento. Ese fue el primer milagro de la civilización occidental.

Los niños se admiran hasta de una hoja que cae del árbol. Se les cuelga en la cuna cualquier cosa inútil frente a sus ojos, si es posible que brille o que se mueva, para dejarlos entretenidos y no molesten. Cuando comienzan a hablar, atormentan a todos con preguntas que siempre comienzan ¿Por qué…?. Poco tiempo después se vuelven adultos normales y no se asombran ni por el sol que sale todos los días, aceptando cualquier explicación que le da su sociedad, absurda o convincente, sin que ya le importe demasiado.

A los primeros filósofos griegos se los llamó filósofos de la naturaleza por que dejaron de lado todos los conceptos mitológicos y sin sentido que explicaban los fenómenos de la realidad cotidiana. Volvieron a contemplar todas las cosas con el asombro de un niño y se preguntaban ¿Cómo es posible que el agua se convierta en peces? ¿Por qué la tierra se convierte en árboles?

La tarea colosal de los primeros filósofos, fue tratar de encontrar algunas leyes naturales constantes que explicaran los continuos cambios de la realidad. Esa actitud crítica frente a explicaciones irracionales (como que durante las tormentas los rayos eran la espada de un dios enojado) generó un un enorme avance en el conocimiento humano. Al final inventaron la teoría basada en una hipótesis que para ser aceptada necesitaba una demostración lógica. Este método de desarrollo del conocimiento humano todavía sigue muy vigente.

El primer nombre de un filósofo que ha llegado a nuestros días es Tales, de la colonia de Mileto. Fue un gran matemático que calculó la altura de las pirámides de Egipto midiendo su propia sombra. También predijo eleclipse solar del año 585 antes de Cristo.

Además de Tales, surgieron otros dos filósofos en Mileto: Anaximandro y Anaxímenes, que se planteaban el problema del cambio: Nada se produce de la Nada. Parménides y otros filósofos de la colonia de Elea se sumaron para buscar una solución y entre todos ellos llegaron a la conclusión que Todo ha existido siempre y seguiría existiendo en el futuro. Parménides fue un poco mas adelante y predijo que no hay nada que no se pueda convertir en algo diferente. Hace 2500 años se dedujo lo que hoy conocemos como “El Primer Principio de la Termodinámica”: Nada se gana, Nada se pierde, Todo se transforma.

Por aquella época ya se decía: si no lo veo no lo creo. Parménides también observaba cómo cambiaban las cosas en la naturaleza, pero eso no lo conformaba si no estaba de acuerdo con su razón. Decía que había que descubrir toda clase de ilusiones de los sentidos y fue el creador del racionalismo.

Contemporáneo de Parménides fue Heráclito (540-480 antes de Cristo) un filósofo de la colonia de Efeso. Decía que todo fluye, todo cambia: cuando vuelvo al río, ni es la misma agua ni yo soy el mismo de antes. Como dice el tango: Ni vos sos la misma ni yo soy el mismo. Sin embargo todos sabemos que algo de nosotros sigue siendo lo mismo. Los filósofos griegos buscaban separar lo que permanece constante de lo que cambia constantemente. Hay circunstancias que siempre ocurren de la misma manera. Cuando se puede repetir el mismo evento dos o mas veces bajo condiciones controladas, entonces se está en presencia de una constante de la naturaleza. Heráclito fue el primer experimentalista de la Historia.

Empédocles (494-434 antes de Cristo) era un filósofo de la colonia de Sicilia. Hizo la síntesis del racionalismo de Parménides (todo permanece) y el experimentalismo de Heráclito (todo fluye, todo cambia). Empédocles decía que el agua siempre sería agua pura y no se podía transformar en pez. Su teoría era que en la naturaleza había elementos inalterables (todo permanece) que constantemente se combinaban entre ellos para formar cosas diferentes (todo cambia). Comenzaron por teorizar que los elementos fundamentales eran cuatro: agua, fuego, agua y aire. Anaxágoras fue el primero que dijo que todas las cosas están hecha de muchas piezas minúsculas que se combinaban entre sí. Hoy sabemos que los elementos químicos que forman todas las cosas son alrededor de un centenar.

Asombrosamente, Empédocles ya decía que había dos fuerzas fundamentales, a las que llamaba amor y odio. El amor unía a los elementos y el odio los separaba. La ciencia moderna ha demostrado que los elementos se unen por atracción y repulsión. Todavía se siguen llamando fuerzas fundamentales de la naturaleza a la gravedad, al electromagnetismo y a la energía fuerte que mantiene unido al núcleo de los átomos.

El último gran filósofo de la naturaleza se llamaba Demócrito (460-370 antes de Cristo). Suponía que todo tenía que estar formado por combinaciones de las piezas minúsculas de Anaxágoras, a las que llamó átomos que en idioma griego significa indivisible. Pensaba que los átomos eran eternos, macizos e inalterables. Demócrito decía que eran diferentes entre sí (redondos y lisos, irregulares y torcidos) que al combinarse entre sí formaban las amapolas, los olivos, la piel de cabra y hasta los pelos humanos. Esta teoría explicaba por qué Todo cambia (los átomos de las cosas se separan) pero Todo permanece (los átomos inalterables se vuelven a combinar en otra cosa). Por eso hasta un olivo podía transformarse en pelo humano, pero fundamentalmente seguían siendo lo mismo. ¿Cómo fueron capaces de adivinarlo?. Es un verdadero milagro de la inteligencia humana. Sencillamente, los griegos desarrollaron en tiempo récord, una cantidad de conocimiento humano admirable. Sin embargo, lo mejor estaba por llegar.

La sociedad griega de aquella época tenía fe en el destino, aceptando que todos los acontecimientos en el futuro ya estaban predestinados de antemano. En vez de tirar las cartas, leer las manos o interpretar las estrellas, los griegos tenían el oráculo de Delfos. Al llegar a Delfos, los interesados en conocer su destino le daban las preguntas a los sacerdotes, que a su vez la entregaban a la sacerdotisa Pitia que se sentaba en una silla, al borde de una grieta de la tierra de donde salían gases narcóticos que la embriagaban y así le permitían hablar con la voz del dios Apolo.

Muchos jefes de estado no se atrevían a tomar decisiones o declarar una guerra sin antes consultar el oráculo de Delfos. Opinaban que el resultado final podía cambiarse con la intervención de los dioses. El destino no sólo controlaba la vida de los individuos, sino que hasta el destino del mundo ya estaba predeterminado.

Paralelamente a los filósofos de la naturaleza aparecieron historiadores griegos como Heródoto (484-424 antes de Cristo) y Tucídides (460-400 antes de Cristo) que comenzaron a decir que perder una guerra no era una venganza de los dioses contra los gobernantes, sino una consecuencia de sus propios actos por ignorar las enseñanzas de la historia.

La fe en el destino también fue atacada por Hipócrates, que había nacido en el 460 antes de Cristo. Creó una ciencia nueva llamada medicina, que intentaba encontrar causas naturales a las enfermedades, en vez de aceptarlas como un castigo de los dioses.

Anaxágoras vivió un tiempo en Atenas, una ciudad tan ignorante que lo expulsó por decir que el sol era una inmensa bola de fuego. Poco a poco, la capital se fue llenando de profesores y filósofos errantes que provenían desde las colonias griegas, por lo que los habitantes fueron aumentando sus conocimientos. Los atenienses habían formado una democracia con asamblea popular y tribunales de justicia. El interés comenzó a centrarse en el ser humano y su lugar en la sociedad. Hacia el año 450 antes de Cristo, Atenas ya era el centro cultural del mundo griego.

Sócrates (470-399 antes de Cristo) nació en Atenas y pasó la mayor parte de su vida caminando por las calles y plazas, conversando con cualquiera que estuviera dispuesto. Al principio tuvo el mismo trabajo que su padre, que era escultor, pero después lo dejó y dedicó su vida a la investigación filosófica. Muchas veces pidió dinero a sus amigos. Conforme con la ley de rotación de oficios, participó en el Concilio con el encargo de "seleccionar problemas" para después presentarlos en la asamblea. Se casó con Santippe, que tenía tan mal humor, que hasta se decía que Sócrates siempre estaba en público no para filosofar, sino para estar alejado de su mujer. Algunas veces, se quedaba mudo e inmóvil, en profunda meditación durante horas. Aparte de ser un vago era feo de remate, bajito, gordo, medio calvo, con ojos saltones, nariz respingona y encima hasta se hacía el tonto frente a los demás (ahora se llama ironía socrática). De esa manera dejó en ridículo a tanta gente en público, que con cualquier pretexto lo condenaron a muerte. No escribió nada en absoluto. Por casi 2500 años, fue el filósofo que ha tenido más influencia en el pensamiento de la civilización occidental. Sócrates ha sido una de las personas más inteligentes de la humanidad.

La madre de Sócrates era una comadrona (partera) y él siempre decía que su madre no tenía muchos bebés, sino que ayudaba a que otras mujeres los tengan. El también ayudaba a los demás a pensar y filosofar, usando el método de hacer preguntas como si fuera un ignorante, para dejar en evidencia a la falsedad de las ideas y conceptos de los demás. El método resultó muy bueno, pero Sócrates se ganó muchos enemigos.

Los filósofos de la naturaleza que comenzaron a ser llamados pre-Socráticos, tuvieron un éxito enorme en las ciencias exactas y su aplicación para explicar la realidad material. Fueron capaces de separar lo que es permanente de lo que cambia o fluye y lo explicaron magistralmente.

A partir de Sócrates, los filósofos griegos se dedicaron a la cuestión del bien y del mal. A la definición del ser humano y su relación con la sociedad. También trataron de separar lo permanente de lo que cambia, como los naturalistas. Si bien avanzaron muchísimo, no llegaron a conclusiones tan claras y definitivas.

Unos siglos más tarde diría Cicerón: Sócrates hizo que la filosofía bajara del cielo a la tierra, y la dejó morar en la ciudades y entrar en las casas, obligando a los seres humanos a pensar en la vida, en las costumbres, en el bien y en el mal”.

Sócrates decía que quien sepa lo que es bueno, también hará el bien. Quería decir que quien tiene conocimientos correctos lo conducen a acciones correctas y por lo tanto se convierte en un ser correcto. Cuando actuamos mal, lo hacemos por ignorancia, no por maldad. Una de sus definiciones más geniales fue que la capacidad para distinguir el bien y el mal está en la razón, no en la sociedad. Afirmaba que era imposible ser feliz si uno no actúa de acuerdo a sus convicciones. El que sepa cómo llegar a ser un hombre feliz, intentará serlo. Sócrates decía que había reglas totalmente básicas sobre lo que es bueno y lo que es malo, y no variaba de pueblo a pueblo, de cultura a cultura, de generación a generación, como opinaban los sofistas, que eran profesores griegos que cobraban por sus enseñanzas.

Platón tenía 29 años cuando a Sócrates lo obligaron a vaciar su copa de veneno. Había sido su discípulo por mucho tiempo y quedó consternado. Para Platón, la muerte de Sócrates constituía una clara expresión del contraste entre una forma de actuar de la sociedad en la práctica y lo que es verdadero e ideal.

Platón escribió una transcripción de la defensa de Sócrates, una colección de cartas y 35 diálogos filosóficos de su maestro. Además fundó su propia escuela de filosofía en las afueras de Atenas. Esa escuela estaba ubicada en una arboleda que debía su nombre al ser mitológico griego Academo, por lo que se llamó la Academia. Desde entonces se han formado miles de academias alrededor del mundo.

El proyecto filosófico de Platón era encontrar lo eternamente verdadero, lo eternamente hermoso y lo eternamente bueno. Para ello sigue la línea de pensamiento de Empédocles y Demócrito, cuando explicaron que las cosas de la naturaleza cambian, pero hay “algo” que es eterno e inmutable como los átomos. Platón concluye que todo lo que se aprecia con los sentidos es lo que cambia o fluye y lo que es eterno e inmutable son las ideas. Los objetos materiales cambian o desaparecen, lo que permanece es “el molde mental” de la idea que lo representa.

Platón llegó a la conclusión que tenía que haber una realidad detrás del mundo de los sentidos y la llamó el mundo de las ideas. Igualmente pensaba del ser humano, que estaba compuesto por un cuerpo que fluye y cambia y un alma inmortal, que es la morada de la razón. Al ser eterna, Platón llegó a la conclusión de que el alma debía existir desde antes de meterse al cuerpo (1). Este notable concepto no prosperó en el cristianismo moderno, que si bien considera que cada alma humana individual es eterna hacia el futuro, solamente comienza a existir desde el momento de la concepción del óvulo humano y vive una sola vida terrenal que decide su destino para siempre.

Cuando Platón tenía 61 años, llegó a su escuela un joven procedente de Macedonia que se llamaba Aristóteles y se quedó en la academia por 20 años. Era el hijo de un conocido médico y por lo tanto un científico. A Aristóteles le preocupaba la naturaleza viva. Además de filósofo, fue un gran biólogo.

Platón se preocupó por encontrar lo permanente, lo que no cambia. Aristóteles se interesaba más por lo que cambiaba en la naturaleza de la vida. Platón le dio la espalda al mundo de los sentidos y Aristóteles hizo todo lo contrario. Fue un gran sistematizador y ordenó las distintas ciencias. Finalmente funda la Lógica como una nueva ciencia.

Aristóteles negó la teoría de Platón que el hombre tenía una inteligencia innata que se le despertaba a lo largo de toda su vida. Al contrario, Aristóteles decía que el alma estaba vacía de ideas en el nacimiento y que se iban formando por la percepción de los sentidos y la razón que ordenaba esas sensaciones.

Al contrario de los pre-Socráticos que acertaron en todos sus conceptos hasta el final, los post-Socráticos como Platón y Aristóteles dejaron al menos dos teorías posibles, que serían extendidas por grandes filósofos occidentales. Dos mil quinientos años después, todavía estamos esperando a un "Demócrito post-Socrático" que nos haga la sítesis maravillosa para explicar lo que somos y para qué existimos.

  Jesús

Un segundo milagro en la civilización occidental fue Jesús. Quizás ha curado enfermos, resucitado a los muertos, multiplicado a los panes y hasta caminaba en el agua. Si realmente lo hizo, no tiene importancia. Cada tanto aparece gente que hace cosas raras como ésas y sin embargo no pasan a la historia. También hubo muchos que inventaron nuevas religiones. Hasta el día de hoy aparecen cada tanto en California.

Podemos ignorar todos los posibles errores en la descripción del Jesús histórico, porque lo realmente importante es que sus enseñanzas crearon una nueva civilización. A primera vista, esas ideas fueron siempre muy raras e incomprensibles. Predicaba que había que olvidarse de las cosas materiales, que no se les debía dar importancia porque la verdadera riqueza estaba dentro de uno mismo. Quizás algún día sus consejos ayuden a la humanidad, pero hasta ahora resultaron impracticables en la vida cotidiana dentro de la cultura occidental.

Apostoles ¿Qué probabilidades de éxito podía tener Jesús? Los cronistas contemporáneos del Imperio Romano ni se enteraron de su existencia. Jesús predicó por muy poco tiempo, en una provincia alejada y sin importancia. A diferencia de Sócrates, sus discípulos eran gente rústica, sin estudios ni preparación para la tarea de divulgación social que les esperaba. No había televisión y tampoco dejó una simple hoja escrita. Su mensaje era muy impopular en su propia sociedad. Se comportó como un piquetero (2) de la milenaria cultura judía. A las personas más importantes les decía que eran unos hipócritas y hasta sacó a latigazos a los quiosqueros del Templo. Se cansó de repetir que las antiguas leyes judías estaban equivocadas. La sociedad local bramaba de rabia. Cuando Pilatos les preguntó a quién querían que perdonara, a gritos le pidieron que soltara al delincuente y crucificara al sinvergüenza.

Sócrates murió como un héroe que no renunciaba a sus ideas y por el efecto de un veneno fulminante, rodeado de un círculo íntimo de personas que lo admiraban. Jesús murió como un perdedor, torturado, vilipendiado, insultado y ridiculizado en público. Los que andaban con él se hicieron humo y juraban que nunca lo habían visto. El verdadero milagro de Jesús fue la trascendencia que tuvo.

Hoy sabemos que el simple aleteo de una mariposa en África, puede producir una serie de acontecimientos en cadena, que terminan con un huracán en Miami. Lo que no se puede predecir es en qué momento y en qué lugar debe estar la mariposa, para mover la cantidad de aire exacta que desencadena los sucesos que terminan en huracán. Ni las computadoras más veloces han podido descifrar las leyes de ese caos que gobierna el clima. Es más, va a pasar mucho tiempo hasta que eso ocurra.

Hace dos mil años, Jesús fue como el aleteo de una mariposa en la Historia de la Humanidad. Estaba en el momento correcto, en el lugar adecuado y en un corto período de tiempo hizo lo que tenía que hacer, para trascender como nadie más lo hizo hasta ahora. Ese fue el milagro impresionante de Jesús. Sabía lo que tenía que hacer, aunque no era agradable. Si no lo hubieran crucificado en medio de horribles suplicios, no hubiera sido esa mariposa que revolucionó a la Historia de la Humanidad. Su sabiduría resultó infinita en comparación con los hombres normales de cualquier época. Ni Sócrates se le puede comparar.

Los romanos habían puesto a Judea bajo el dominio de la nueva provincia de Siria. Herodes se apoderó del trono de Judea en el año 43 antes de Cristo y fue confirmado como el "rey de los judíos" con la aprobación de Roma. A su muerte, dividieron el reino entre sus tres hijos: Arquelao, que recibió Judea, Herodes Filipo y Herodes Antipas. El arreglo no fue exitoso y en el año 6 después de Cristo, Judea fue puesta bajo la custodia directa de los romanos, con procuradores que se sucedieron durante toda la vida de Jesús.

Desde la época de Herodes la relación de Roma con los judíos fue provechosa y existía una enorme Diáspora (dispersión) judía en todo el imperio, especialmente en el Mediterráneo oriental, como Alejandría, Antioquía, Tarso y Efeso. El imperio otorgó a los judíos la igualdad de oportunidades económicas y libertad de movimientos de los bienes y las personas. Los judíos formaron comunidades acaudaladas en todos aquellos lugares en que los romanos habían impuesto la estabilidad. En Jerusalén se reconstruyó el Templo según el doble de la escala de Salomón y se terminó de edificar en vida de Jesús. Durante el reinado de Herodes también se construyeron una veintena de sinagogas, nueva forma de institución eclesiástica, que fueron el antecedente de las futuras basílicas cristianas.

El éxito de los judíos de la Diáspora era admirado por los romanos, que los eximieron de la observancia de la religión oficial del imperio y les permitieron el libre ejercicio de su culto religioso. No eran en absoluto humildes y tuvieron un papel preponderante en las políticas municipales, especialmente en Egipto. Algunos judíos realizaron carreras notables al servicio del imperio. Entre ellos había apasionados admiradores del sistema romano, como el historiador Josefo y el filósofo Filón. La civilización occidental y hasta la humanidad entera sería irreconocible en la actualidad, sin la Biblia del pueblo judío y sin el aporte de individuos de esta comunidad como Jesús, Freud, Marx o Einstein.

Desde la época de Herodes, los judíos habían adquirido la costumbre de remitir fondos a Jerusalén para ayudar al mantenimieno del Templo. Los sacerdotes eran supuestamente descendientes de la tribu de Aarón, los servidores del templo de la tribu de Leví, los reyes y gobernantes de la tribu de David. Las numerosas irregularidades producían frecuentes conflictos que derivaban en cismas y divisiones religiosas. En vida de Jesús, exitían 24 fracciones religiosas judías. Todas estas sectas eran monoteístas y aceptaban la ley judía, pero el acuerdo entre ellas no llegaba más lejos.

El alto clero estaba en manos de los aristócratas saduceos, que apoyaban y defendían la ocupación romana. Eran individuos ricos y conservadores que tenían complicadas alianzas familiares. No creían en la vida después de la muerte y tampoco en la intervención de la providencia. Interpretaban liberalmente la ley y sin contemplar el cambio histórico, por lo que carecían de base popular. De hecho, eran una clase de colaboradores que gobernaban la colonia romana por medio del Supremo Consejo de Jerusalén, instalado en el Monte del Templo y denominado senedrín. Los romanos le concedían la jerarquía de una municipalidad electa.

Los fariseos eran una comunidad de alrededor de 6000 personas. Entre los setenta miembros del senedrín había algunos fariseos, que formaban el partido popular de la clase media. La abrumadora mayoría de los abogados estaba formada por los fariseos. Había muchas escuelas entre los fariseos, pero la mayoría no aprobaba la ocupación romana. Eran nacionalistas en diferentes grados. Algunos eran fanáticos dispuestos a alzarse en armas cuando las sagradas escrituras lo ordenaran. Rechazaban la inmovilidad derrotista de los aristócratas saduceos. Sostenían una postura clara sobre la vida después de la muerte: los virtuosos resucitarían y los perversos serían castigados eternamente.

La secta de los esenios pensaba que los grupos sacerdotales gobernantes estaban irremediablemente corrompidos y comprometidos con los romanos. Trataba de restablecer mediante la acción directa, toda la pureza del Estado teocrático. Se había formado dos siglos antes de Cristo, siguiendo un sumo sacerdote Zadoc y miembros de la tribu sacerdotal de Aarón. Cuando no pudieron imponer su punto de vista, abandonaron el Templo y se trasladaron hasta cerca del Mar Muerto para formar en el desierto un núcleo purificado del culto. Era un movimiento importante y respetado del judaísmo. Según Esefo, en la época de Jesús los esenios eran un grupo de 4000 seguidores. Se establecieron en varios asentamientos de Siria, Palestina y Egipto. El centro esenio más importante estaba en Qumran, donde vivían alarededor de 200 miembros.

En su preocupación por la pureza del Templo, los esenios dieron con un concepto teológico que determinó que el Templo físico no era importante y abrió paso al principio universalista. Para ellos, el Templo no era la geografía y la piedra, sino la comunidad. El culto esenio resultó muy parecido a un cristianismo sin Jesús. También habían desarrollado la práctica regular de una comida sacra de pan y vino. En otras sectas judías también se estaba produciendo una espiritualización del Templo, pero con un avance mucho menor al de los esenos.

En el tiempo de Jesús, la crisis se ahondaba desde que Judea fue anexada directamente por el Estado romano. Los procedimientos fiscales obligaban a los judíos a un impuesto del veinticinco por ciento de sus ingresos, que en muchas áreas estaban a nivel de subsistencia y creaba en Palestina una atmósfera de crisis política y religiosa. Poco a poco los judíos empezaron a creer en una solución mesiánica.

Entre los esenios, habían aparecido una serie de movimientos bautistas en el Valle del Jordán, que anunciaban el advenimiento del Mesías. Desde el lago de Genezarer hasta el Mar Muerto abundaron santos excéntricos por toda la región. Muchos habían estado en Qumran y allí habían asimilado la obsesión predominante por la pureza ritual y el empleo del agua bendita como terapéutica depuradora. Existe una gran probabilidad histórica de que Juan el Bautista fuera o hubiera sido un monje esenio.

Había muchas doctrinas diferentes con respecto al Mesías, pero todas coincidían en que expulsaría al opresor extranjero por la fuerza y sólo Dios gobernaría Israel. Pilatos sospechaba que Jesús sería un zelota (secta judía que se oponía a pagar tributos a los romanos) y entonces le preguntó si los judíos debían pagar impuestos. El le respondió: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". No es de extrañar que tantos judíos contemporáneos de Jesús quedaran muy desilusionados con esa respuesta. Ciertamente, no era un Mesías como el que ellos estaban esperando.

La ruptura de Jesús con el consenso judío era inevitable. Les estaba diciendo que la teoría que ellos afirmaban acerca del modo en que Dios había impulsado el universo era incorrecta y que él tenía otra mejor. Había muchas tendencias éticas en el espectro judío y en ese sentido se hubiera podido llegar a una solución de compromiso. Pero Jesús les estaba ofreciendo una idea completamente nueva de Dios. Les reclamaba, no sólo la autoridad divina, sino la jerarquía divina. A los judíos no les quedaba ninguna otra opción: tenían que seguirlo o repudiarlo.

Para los aristócratas saduceos, seguir a Jesús era imposible. No tenían nada en común y ni siquiera creían en la vida después de la muerte. No hay pruebas de que Jesús se hubiera esforzado en atraerlos a su movimiento.

Jesús podía dialogar con los fariseos, pero de hecho les estaba pidiendo que abandonen su profesión como abogados de la ley canónica, que aceptaran una teoría que posibilitaba a los hombres justificarse sin la ley, con una doctrina de gracia y de perdón.

Del Jesús histórico se sabe poco y nada con certeza. La muerte de Jesús se produce entre los años 30 y 33 de nuestra era. El historiador más confiable fue Pablo de Tarso, que después de convertirse al cristianismo llegó a Jerusalén en el año 38. Ya había transcurrido poco menos de una década desde que comenzaron las enseñanzas de Jesús, que si bien había obligado a sus discípulos a memorizar sus sermones, la mayoría de sus seguidores era gente inculta que distorsionaba los relatos a placer con sus propias versiones de los hechos. Pablo estaba obsesionado por la verdad y solamente afirmó que Jesús era judío, que había nacido al amparo de la ley, que tenía origen davídico, que fue traicionado, crucificado, enterrado y después resucitó.

Jesús debe haber hecho y dicho muchas cosas que se olvidaron o se distorsionaron entre tantos relatos mil veces repetidos, tantas veces traducidos. Los mínimos detalles de su vida no tienen trascendencia. Los conceptos del sermón de la montaña, en cambio, son algo totalmente nuevo y un punto de inflexión en la evolución de la humanidad. Lo que ha llegado casi intacto al presente, es su mensaje de esperanza con una moral diferente y de orden superior, que no pudo haber sido creada por sus discípulos, que simplemente repetían de memoria sus sermones porque la doctrina era muy adelantada para su época. Es más, la moral de Jesús todavía es muy adelantada para la humanidad presente. Para comprobarlo, basta con darle una bofetada a cualquier cristiano y ver cómo reacciona.

Jesús predicó mandamientos de vida que son absolutamente originales:

Amarás a Dios que te hizo y a tu vecino como a ti mismo.
Bendice a los que te maldicen.
Ora por tus enemigos y ayuna por los que te persiguen.
Amad a los que os aborrecen.
Si un hombre te golpea en la mejilla derecha, preséntale la otra también.
Si un hombre te carga con una milla, ve con él dos.
Si un hombre te quita la capa, dale también el abrigo.
Si un hombre te quita lo que es tuyo, no se lo reclames.
A todo el que te pide dale, y no le reclames.
Has de orar por otros, y a otros amarás más que tu propia vida.


¿Lo diría en serio? Una sociedad con semejante moral es impensable hasta el día de hoy. Como Jesús pedía demasiado, los cristianos finalmente adoptaron los antiguos mandamientos judíos, que eran mucho más fáciles de cumplir:

Diez Mandamientos Amarás a Dios sobre todas las cosas.
No tomarás el Nombre de Dios en vano.
Santificarás las fiestas.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás.
No cometerás actos impuros.
No robarás.
No dirás falso testimonio ni mentirás.
No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
No codiciarás los bienes ajenos.


¿Dónde está lo de amar a los que nos aborrecen? ¿Y llamar al ladrón para darle lo que se le olvidó? ¿Y lo de la cachetada? De haber estado vivo, éstas serían las preguntas que hubiera hecho Sócrates. Los conceptos de una nueva moral cristiana, fueron reemplazados por los simples códigos judíos de buena conducta.

Las enseñanzas de Jesús que no resultaron prácticas para la vida cotidiana, con el tiempo se consideraron simples exageraciones comprensibles de alguien demasiado santo como para ser de este mundo (3). Para un buen cristiano, perdonar a otro que le hizo daño (si no fue mucho) es más que suficiente. En el Padre Nuestro se reza: "así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden" ¿Por qué no se dice amamos?

Cuando en Occidente se extendió la nueva religión, la Biblia del pueblo de Israel se convirtió en el Viejo Testamento de los cristianos. La nueva moral de Cristo se diluyó a través de los siglos y quedó fuertemente influida por la moral judía tradicional, que tan duramente fuera criticada por Jesús.

Históricamente, los cristianos occidentales se han comportado de una manera muy similar a los judíos. Siempre han estado mucho más cerca del "ojo por ojo", que de "dar la otra mejilla". Al estudiar la evolución de la Fe Cristiana Occidental, hay que tener presente que no necesariamente coincide con los predicamentos originales de su autor.

Estos cambios fundamentales en la doctrina cristiana se produjeron durante los primeros 300 años después de la muerte de Jesús. Durante todo ese tiempo hubo una fuerte controversia entre los "cristianos judíos" de Judea y los "cristianos extranjeros" de habla griega o helénicos.

  Cristianismo Primitivo

Se denomina Cristianismo primitivo al periodo que va desde su origen, hacia el año 30, hasta el Concilio de Nicea en el año 330 . Las comunidades palestinas del cristianismo surgen como una secta del judaísmo. El Dios de los cristianos no es un nuevo dios en la historia. Es el mismo Dios de la nación particular de Israel. Es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

El tema básico del Nuevo Testamento es singularmente judío: la esperanza prometida hecha realidad. Jesús recibió el nombre judío de Yeshua ( "Yahvé" es Salvación). Hablaba en lengua aramea-judaica y hebrea. Vestía como judío, con sus ropas acabadas en flecos anudados o "Tsit-tsit" según la tradición de Israel. Predicó en las sinagogas de sus hermanos judíos, respetó y dio contenido real al Sabath, cumplió con las grandes fiestas judías como por ejemplo Pesaj (Pascua), Sucot (Tabernáculos) y Janucá (Dedicación). Los primeros discípulos no creían pertenecer a una nueva religión. Ellos hablan sido judíos toda su vida, y continuaban siéndolo.

Jesús nació como judío, vivió como judío y murió como judío. Al principio se predicó su mensaje en las sinagogas de las comunidades de la Diáspora. Pedro proclamó ante las multitudes judías: "Y todos los profetas de Samuel en adelante, todos los que hablaron, también anunciaron estos días." (Hechos 3:24). Las proclamaciones iniciales del Nuevo Testamento están repletas de pasajes de Moisés y de los profetas, indicando que lo que estaba sucediendo era la esperanza judía que se estaba convirtiendo en realidad. El Nuevo Testamento es una visión de los antiguos profetas hebreos, cuando proclamaron que Dios enviaría a al Mesías para que todos los gentiles disfrutasen de sus bendiciones.

La crucifixión de Jesús impedía que el cristianismo absorbiera a toda la religión judía. La posibilidad más real en aquel entonces, era que el judaísmo volviera a recuperar la secta cristiana. El judaísmo era una reunión de tendecias, que además englobaba una gran tradición histórica(4). No era una religión excesivamente centralizada. Producía fanáticos y proscriptos, pero después los reunía en un marco de tolerancia.

Valía la pena recuperar a los cristianos al redil del pueblo judío. Después del arresto de Jesús, sus seguidores se habían dispersado instantáneamente. De hecho, el movimiento dejó de existir. Después se produjo la noticia de su resurrección y el episodio de Petecostés. El cristianismo renació, aunque no era exactamente el mismo.

No existe una versión clara de los acontecimientos, debido a la ineptitud de la parte inicial de los Hechos de los primeros Apóstoles. Lucas no estaba entonces en Jerusalén y no fue testigo ocular. Era producto de un movimiento de la Diáspora y no demostraba ninguna simpatía por los apóstoles pentecostales. La versión que Lucas predicó depués de Pentecostés no muestra muchas semejanzas con la doctrina original de Jesús. Aceptaba la resurrección, pero predicaba un cristianismo sin Cristo (en esa época, la palabra Cristo todavía no era utilizada). El evangelio de Lucas dice que después que los apóstoles se separaron de Jesús en Betania, retornaron con mucha alegría a Jerusalén y pasaron todo el tiempo en el Templo exaltando a Dios. También indican los Hechos que después de la primera campaña pentecostal, con una sola mente cumplieron su asistencia diaria al Templo. Los jefes del movimiento estaban mucho más cerca del judaísmo tradicional que de Jesús.

El Evangelio de San Juan, dice que los primeros discípulos vinieron del círculo de Juan el Bautista. La enseñanza temprana y sencilla de Jesús, de acuerdo con la versión de Marcos, reflejaba a la del Bautista. Se utilizaba el episodio de la resurrección para pasar el mensaje: arrepentíos y recibid el baustismo.

Los seguidores de Jesús no tenían sacrificios, ni lugares, ni monumentos sagrados ni sacerdotes. Se reunían para comer como los grupos esenios. De esta manera atrajeron a muchas personas piadosas y humildes, orientadas a la caridad, a compartir los bienes y a reverenciar a su líder que fuera tratado tan injustamente. Hasta se incorporaron algunos sacerdotes y fariseos. Algunos judíos conservadores atacaron al movimiento, acusándolos de "alborotadores", pero ya aparecían sacerdotes, escribas y hombres influyentes que defendieron a los seguidores de Jesús en por lo menos dos ocasiones. Por supuesto, esta protección y esta tolerancia les ponía límites de divergencia con la religión judía. El movimiento estaba contenido y con grandes posibilidades de ser reabsorbido, pero los seguidores de Jesús decidieron llevar a cabo el mensaje proselitista de su maestro.

Jesús dijo que la salvación procedía de los judíos (Juan 4:22), pero también dijo que había además otras ovejas que no pertenecían al redil judío que habían de ser añadidas al rebaño del Pastor Mesiánico (Juan 10:16). Dios declaró por medio de Isaías (Isaías 49:6) que el Mesías habría de ser luz para los gentiles y su salvación llegaría hasta todos los confines de la tierra.

Judea estaba poblada por judíos. Galilea, en cambio, era una región muy pobre y sólo en parte judía. Fue el área elegida por los seguidores de Jesús para comenzar la conversión de los gentiles. La mayoría de los judíos importantes de Jerusalén desaprobó la misión hacia los gentiles, inclusive si estaba dirigida por fariseos cultos y respetables.

La gran mayoría de los fariseos, también se oponían con firmeza a cualquier concesión de modificar la ley judía para beneficio de los conversos. Afirmaban que si si alguien se convertía, también se tenia que circuncidar. Existía además el temor que se integrara a la comunidad judía una cantidad de gente con ideas nuevas, especialmente helénicas. Finalmente, no confiaban en el reclutamiento hecho por una secta judía inestable e incorfomista.

Las enseñanzas de Jesús atraían mucho más a los individuos de habla griega que a los judíos de la misión de la Diáspora y hubo gran cantidad de conversos, especialmente en Antioquia. El movimiento de Jesús se fue dividiendo en dos alas. Por un lado los fariseos tradicionalistas y por otro, los judíos liberales de la Diáspora con los nuevos conversos. Según los Hechos muy pronto se produjo el desacuerdo entre aquellos aue hablaban griego y los que hablaban la lengua de los judíos.

Aunque la evangelización se había iniciado antes de la conversión de Pablo de Tarso en el año 36, es éste quien propaga el cristianismo, comenzando por Arabia y Damasco. La Primera Carta escrita a la comunidad de Tesalónica, fundada en el año 50, define por escrito algunos de los dogmas más importantes del cristianismo. Se dió a Jesús el título de Señor, que era habitualmente utilizado para dirigirse al dios nacional en los países del entorno de Judea. Define la esperanza en la segunda venida de Jesús y de su papel redentor.

Jesus rubioLa monoteísta religión judía era el acabado perfecto para la obra incompleta de los sabios griegos. Si bien el cristianismo comenzó como un cisma judío, su mensaje estaba dirigido a todos los seres humanos, sin distinción de razas. Eso marcó una gran diferencia, porque el éxito y expansión de la doctrina cristiana se produjo en otros pueblos. Sólo unos pocos judíos verdaderos adoptaron el cristianismo. Ellos solos no hubieran perpetuado la nueva religión. Jesús resultó adorado hasta por pueblos greco-romanos y germánicos que se lo representaban a placer de pelo rubio con ojos azules y occidentalizaron su doctrina a través del Viejo Testamento.

Curiosamente la gran mayoría de la nación hebrea rechazó a Jesús desde el primer siglo con virulencia, lo que confirma que nadie es profeta en su propia tierra. El Talmud, libro en el que toma su sustento religioso el actual judaísmo rabínico, es un libro con durísimas acusaciones contra el cristianismo. Según ellos, Jesús estaría hoy en el infierno en un tormento de excrementos hirvientes junto con Balaam y el emperador Tito. Se dice también en este libro que Jesús fue un mentiroso y un hechicero, un bastardo nacido de la unión adúltera entre María y un legionario romano llamado Pantera (quizá por el hecho de que en griego "virgen" sea "parthenos").

El imperio romano y sus leyes protegían la libertad de culto y hasta veían bien las diferentes religiones que, de todas las naciones, se iban implantando en Roma. No deja de ser paradójico el hecho que el cristianismo haya sido la excepción. La persecución sangrienta no llama la atención en algunos emperadores como Nerón o Domiciano, pero es incomprensible que otros que ordenaron matanzas y persecuciones de cristianos, fueron emperadores filósofos o mecenas del arte y la cultura como Trajano, Marco Aurelio y Diocleciano.

No existe una comprobación histórica definitiva, pero es muy probable que los judíos más notables y admirados entre los romanos, hubieran promovido este rechazo ofical al cristianismo. Los poderosos judíos del imperio aborrecían la distorsión de la doctrina judía que había hecho Jesús y está demostrado que lo consideraban un bastardo, un hechicero, un mentiroso y un impostor. Además de este poderoso motivo, contaban con la influencia y los medios suficientes como para orientar la política del imperio.

Lo que en Latín se dice testes (testigos) en griego se dice martyres. Un mártir era alguien que daba testimonio de ser cristiano. En aquella época presentaban a los acusados de profesar la nueva religión frente a un tribunal y al ser interrogados confesaban voluntariamente: “soy cristiano”. Entonces eran condenados a toda clase de suplicios.

A modo de ejemplo, basta una somera descripción de lo que sufrieron los mártires de Lyon: Maturo, Santos, Blandina y Atalo. Fueron condenados en el año 177 a las bestias en el anfiteatro, para dar un espectáculo público a costa de los cristianos. Maturo y Santos fueron los primeros en soportar toda la serie de tormentos. Padecieron las varas, los mordiscos de las fieras que los arrastraban por la arena y todo lo que el público furioso pedía a gritos. Al fin las parrillas al rojo, sobre las cuales se asaban las carnes de los mártires vivos, despidiendo un olor intolerable que se extendía por todo el anfiteatro. Santos seguía repitiendo una y otra vez: "soy cristiano". Por fin, después de tan horrible martirio, como aún respiraban, mandaron que los degollasen.

Aquel día los cristianos dieron el espectáculo en lugar de los variados juegos de los gladiadores. Blandina fue expuesta a las fieras suspendida en un poste en forma de cruz. Como ninguna fiera atacó el cuerpo de la mártir, fue encerrada en la cárcel, reservándola para otro espectáculo. El público pidió a grandes voces el suplicio de Atalo, porque era de familia noble y lo pasearon por el anfiteatro, y delante de él era llevada una tabla, sobre la cual se habla escrito en latín: "Este es Atalo, el cristiano", lo cual fue motivo para que los espectadores se enardecieran más contra él. Cuando el legado se dio cuenta de que era ciudadano romano, mandó que fuera conducido de nuevo a la cárcel con todos los demás. El día de la gran feria, el legado mandó comparecer a todos los mártires ante su tribunal, intentando dar al pueblo una especie de función teatral. Los que se confesaron cristianos, incluyendo a Atalo, al día siguiente fueron echados a las fieras. Después de pasar por todos los tormentos inventados hasta ese momento, fueron degollados.

El último día de los espectáculos tocó de nuevo a Blandina, con Póntico, un joven de quince años. Fueron varias veces incitados a jurar por los dioses romanos, pero como permaneciesen firmes en su propósito, provocó de tal modo las iras del público, que no tuvieron consideración alguna con la tierna edad del uno y la debilidad del sexo de la otra. Experimentaron en ellos toda clase de torturas y vejaciones . El Joven, después de sufrir con gran ánimo los tormentos expiró. Ya sólo quedaba Blandina. Después de tolerar los azotes, después de ser arrastrada por las fieras, después de las parrillas ardientes, fue envuelta en una red y expuesta a un toro bravo, el cual la lanzó repetidas veces por los aires. Al fin la degollaron. Los mismos gentiles llegaron a confesar que nunca entre ellos se había visto a una mujer padecer tantos tormentos.

  La Fe Cristiana

El Emperador Constantino fue un gran reorganizador del Imperio Romano. Abolió la guardia pretoriana, Jesucristo coronando a Constantino reformó el ejército y el estado, restauró el gobierno personal y suprimió la anarquía. Trasladó la capital a Bizancio, que desde el año 330 se llamará Constantinopla (Istambul). Para terminar con el conflicto entre paganos y cristianos, a través del famoso edicto de Milán, adopta a la religión cristiana con los mismos derechos que la pagana.

Los cristianos en aquel entonces todavía estaban divididos sobre la naturaleza divina de Jesús. El desacuerdo estaba candente entre Arrio y su obispo Alejandro. Arrio era un predicador y presbítero popular de Libia al que se le dieron deberes pastorales en Egipto.

Estas diferencias se habían vuelto importantes debido a las diversas interpretaciones sobre Jesús que se produjeron en la iglesia a fines del siglo segundo y principios del tercero. Alejandro sostenía que la Biblia presentaba a Dios Padre y a Jesús con una naturaleza igualmente eterna. Arrio le daba a Jesús un sentido de persona humana superior, pero inferior a la naturaleza de Dios. La disputa se volvió tan grande que atrajo la atención del emperador Constantino. Este reunió a los líderes de la iglesia para el primer Concilio ecuménico de Nicea en el año 325 en un intento por poner fin a la controversia. Estas reuniones religiosas, desde entonces llevan ese nombre, porque se hacen para “conciliar” las distintas interpretaciones religiosas.

Los 230 líderes de la iglesia concurrieron para considerar una pregunta vital: ¿Jesús era Dios o era hombre? Atanasio, un joven de solo veintitantos años, asistió al concilio para luchar por la idea de que si Cristo no fuera verdaderamente Dios, entonces no podría otorgar vida a los arrepentidos y liberarlos del pecado y la muerte. Él lideró a los que se oponían a las enseñanzas de Arrio, que sostenía que Jesús no era de la misma sustancia que el Padre.

Las opiniones sobre la divinidad de Jesús estaban demasiado divididas. No fue tanto Atanasio y sus seguidores quienes buscaron el respaldo del poder imperial, sino los arrianos quienes estuvieron a favor de que el emperador tuviera la última palabra. Constantino, que todavía no era cristiano (5), le dio la razón al obispo Atanasio porque estaba más preocupado en mantener la paz que por la teología misma.

El Credo de Nicea, en su totalidad, afirmó la creencia definitiva "en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador de todo lo visible y lo invisible. Y en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó y se hizo hombre; padeció y resucitó al tercer día, y subió al cielo y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos”.

Concilio Muchos obispos que asistieron al Concilio de Nicea, eran demasiado independientes y estaban muy endurecidos por la persecución y el martirio, como para ceder tan fácilmente a una doctrina con la que no estaban de acuerdo. Los que siguieron manteniendo sus propias convicciones, fueron desterrados y se creó un precedente de obediencia que sería determinante en todo el futuro de la iglesia. Más adelante, el Concilio de Constantinopla en el año 381, reafirmó la posición de Dios hecho hombre para Jesús. El resultado fue la doctrina de la Trinidad que los cristianos han sostenido y enseñado durante más de dieciséis siglos.

La obediencia a lo decidido se transformó en uno de los pilares fundamentales del cristianismo. Nadie debía creer en algo diferente a lo establecido. No se podía “optar” o elegir por cuenta propia, que en latín se dice “hereticus”. Desde entonces, los cristianos que no obedecían eran “herejes”. Este concepto se extendió luego a los ateos, a los agnósticos y a las personas que tenían diferentes cultos o religiones.

Herejía es una doctrina que se opone inmediata, directa y contradictoriamente a la verdad revelada por Dios y propuesta auténticamente como tal por la Iglesia. Este concepto produjo una religión mucho más uniforme que la musulmana, la judía y muchas otras. Pero eso no siempre fue así. Durante los primeros tiempos del cristianismo, había muchas doctrinas contradictorias (6) con el Credo de Nicea.

A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tenido que hacer frente a muchas herejías que surgieron en diferentes lugares y países. Las ideas de Nestorio, patriarca de Constantinopla, se solucionaron durante el Concilio de Éfeso. La herejía conocida como monofismo fue condenada por el Concilio de Calcedonia en 451. Finalmente la iglesia tuvo que fundar una institución permanente para castigar a los que optaran por otras ideas diferentes a su doctrina oficial y creó la Inquisición.

  La Edad Media

A la Edad Media se la ha llamado "La Edad de la Fe", en especial la que se encierra entre los siglos X al XV. En el transcurso de esos quinientos años puede afirmarse que la sociedad cristiana occidental llegó al cenit en ambientación religiosa, Durante estos siglos de exuberancia de vida religiosa, pulularon y se desarrollaron una serie de herejías en las que se atacaban los fundamentos mismos de la Iglesia y aún de la sociedad civil. Mirada en su conjunto la Inquisición medieval fue uno de los efectos del sentimiento cristiano del siglo XIII. Pero la ocasión inmediata fueron las herejías de los cátaros, valdenses y albigenses, que amenazaban a las estructuras de los estados cristianos.

Las primeras disposiciones de los Concilios y de los Pontífices contra los herejes y librepensadores, establecieron penas relativamente suaves. La pena de muerte para los herejes obstinados y recalcitrantes la decretó en una ley el emperador Federico II en el año de l224.

La evolución de las ideas cristianas durante toda la Edad Media europea, tendrá una influencia decisiva en los siglos por venir de muchos lugares alrededor del mundo.

La sociedad de la Edad Media europea era crédula, ingenua, obstinada y con falta de sentido crítico. Todo el conocimiento de los sabios griegos se perdió en un mar de ignorancia casi infantil. Nadie podía discutir sus convencimientos dogmáticos, porque dios les había revelado la verdad absoluta a través de la Biblia y negarla era condenarse al fuego eterno del infierno.

Los europeos medievales creían en la existencia de hombres con un solo ojo, gente sin cabeza y hasta que había razas con labios enormes que les servían de sombrilla.

Eran víctima de engaños y fraudes absurdos. Creían en la existencia del unicornio, el caballo mitológico con un cuerno en la cabeza. Afirmaban que era un animal feroz que sólo las más bellas doncellas podían amansar. Creían que el polvo rayado de aquellos cuernos tenía propiedades curativas increíbles y entonces pagaban fortunas por los cuernos, que en realidad eran de rinocerontes indios.

Los portugueses en sus primeros viajes, temían llegar a tierras donde no se cumplieran las leyes físicas y naturales, a mares oscuros llenos de monstruos. Navegando al sur esperaban llegar a una zona tórrida, donde los hombres se tornaban negros y el mar estaba tan caliente que se quemaban las naves.

Los geógrafos daban crédito a los relatos y habladurías de las tabernas portuarias, donde se contaban mentiras, fábulas, rumores y anécdotas fantásticas, inspiradas en la mitología antigua o como producto de mentes afiebradas por el aburrimiento. En mapamundis de aquella época figuraban unas islas tan inexistentes como fantásticas eran sus historias. Eran las islas de las Siete Ciudades, del Amazonas y la Antilla, todas repletas de maravillosos tesoros y hasta con la fuente de la eterna juventud. Las ubicaban en el Océano Tenebroso, al que también llamaban Atlántico en honor a una civilización extraordinaria que se tragó el agua.

Tuvieron acceso a información fidedigna sobre el resto del mundo a través de Marco Polo. Siendo todavía un niño, emprendió viaje hacia el imperio Mogol acompañando a su padre Niccoló y a su tío Matteo. Partieron de Venecia y atravesaron el Mediterráneo, el golfo Pérsico, Persia, el Khorasán, el Pamir y el desierto de Gobi. Al cabo de cuatro años de viaje, llegaron en 1275 a Shang-tu, residencia veraniega del soberano mongol Kublai Khan. Su estancia en China duró dieciséis años, en los que conquistó la confianza del emperador y entró a formar parte del cuerpo diplomático por lo cual llevó a cabo misiones por todas partes del imperio. Además fue gobernador de la ciudad china de Yangzhou (Yangchow) durante tres años. Su padre y su tío estuvieron al servicio del emperador como consejeros militares. Permanecieron en China hasta el año 1292, cuando partieron como escoltas de una princesa china en un viaje por mar hasta Irán. Llegaron a través de Sumatra, el sur de la India, el océano Índico, y el golfo Pérsico. Continuaron después por tierra más allá de Tabriz, en el noroeste de Irán, por la costa este del mar Negro y a través de Constantinopla. Llegaron finalmente a Venecia, en 1295.

En 1298 Marco Polo era capitán de una galera veneciana en la batalla contra Génova, y fue hecho prisionero. Durante su encarcelamiento en Génova dictó a un compañero el relato de sus viajes. En 1299 fue puesto en libertad y regresó a Venecia.

La obra “Los viajes de Marco Polo”, supuso para la Europa medieval la primera toma de contacto con la realidad de China, además de las primeras noticias verdaderas sobre otros países como Siam (Tahilandia), Japón, Java (Indonesia), Cochinchina (Laos, Cambodia, Vietnam) Ceilán (Sri Lanka), Tibet, India y Birmania (Myanmar).

Algunos escépticos dicen que Marco Polo nunca realizó ese viaje. En China no quedó documentada su visita, pero eso no es de extrañar. La prueba del viaje son las precisas descripciones de su libro y se supone que él tuvo que haber visto todo eso con sus propios ojos. Sin embargo se le olvidó mencionar datos muy importantes, que eran costumbres muy extendidas en China y no pudieron ser pasadas por alto por una persona tan observadora como Marco Polo. Nunca mencionó que los chinos comían con palitos, ni dijo que tomaban té. Tampoco describió los pies artificialmente pequeños de las mujeres, que era considerado el rasgo supremo de la belleza femenina. Marco Polo describió ciudades, edificios, puentes y carreteras con absoluta precisión. No dejaba pasar ningún detalle, pero sin embargo, misteriosamente se le olvidó mencionar a la Muralla China. Si Marco Polo fue por donde dijo que fue, no pudo llegar a China sin atravesar la Gran Muralla y resulta incomprensible que haya pasado por alto una obra tan majestuosa. Ya sea que realmente hizo ese viaje o que escuchó esos detalles de mercaderes árabes, no tiene demasiada importancia porque las descripciones del libro de Marco Polo resultaron verídicas.

A pesar de que Marco Polo no mencionaba experiencias fantásticas, las estupideces que los europeos creían de Asia, eran el colmo de lo absurdo. Juan de Mandavila era un psicópata de la mentira, que supuestamente hizo un viaje como el de Marco Polo, pero mucho más colorido, con fecha de salida en 1322 y de retorno en 1346. Escribió el Libro de las Maravillas del Mundo (Ver Documento) que una vez publicado allá por 1350 corrió como la pólvora. Esta obra no tiene desperdicio: “Quien quiere yr a ultra mar puede yr por muchos caminos, o por mar o por tierra, según las partidas donde estuviere; y será mi intención mostrar algunos lugares”. Nunca dijo que era un libro de ciencia-ficción escrito por un viajero de escritorio, al mejor estilo de Julio Verne. Hizo todo lo contrario: “Y pues que aquesto es verdad, no es de maravillar de ninguna cosa de las otras que aquí están”. No dejó parte del mundo sin describir, y a medida que se alejaba de Europa, también aumentaba las exageraciones y el calibre de sus mentiras. El Libro II, Capítulo III se titula: ”De los árboles que hazen harina, vino y miel”. Cuando llega al Capítulo VIII ya se entusiasma: “Donde las gentes tienen cabeças de perros, y del más hermoso rubí del mundo”.

La gente medieval terminó creyendo por muchos siglos la existencia del Preste Juan, un poderoso y rico rey-sacerdote, inventado por Mandavila, que moraba en las Indias y que había vencido al Islam. Su tierra imaginaria se llamaba "el reyno de Pentesona", donde la mayor ciudad era Nasse. “Y dura su tierra en ancho de andadura tres meses, y de luengo es sin mesura.”[…] “Quando el Preste Juan va en exército contra sus enemigos no haze llevar otra vandera ni estandarte sino treze cruzes que llevan delante d´él las quales son tan gruessas y altas que es cosa maravillosa de ver, pues las piedras y perlas preciosas de que están adornadas por cierto que es sin estima el valor d´ellas; cada una d´estas cruzes está assentada sobre un carro muy rico, y para guardar cada carro ay diez mil hombres a cavallo muy bien armados y cien mil hombres a pie, de manera que el estandarte será muy bien guardado”. O sea, el ejército del Preste Juan tenía casi un millón y medio de soldados, nada más que para cuidar las cruces. Aunque lo europeos medievales no hubieran sido buenos matemáticos, tampoco tenían mucho sentido común ¿A quién se le ocurre llevar tantas joyas a la guerra?

Estas historias absurdas eran creídas en todos los niveles sociales, hasta por los gobernantes. En 1487 el rey Joao II de Portugal le encargó a Pero da Covilhao marchar por tierra en busca del Preste Juan, que para ese entonces debería tener unos 180 años. El expedicionario planeaba recorrer una extensa ruta que pasaba por El Cairo, La Meca, Calicut, Goa, Ormuz y probablemente Sofala. Nunca más se tuvieron noticias de este viajero, ni regresó a Portugal... ¡No faltaron los rumores que Covilhao seguía vivo y era un hombre influyente en la corte del Preste Juan!

  El Feudalismo Germano

El feudalismo es una estrecha relación del vasallo con el señor, basándose en una lealtad absoluta. La gente no reconoce ningún vínculo con el príncipe ni con la nación, porque sólo obedece a su señor inmediato. Al señor feudal le prestan sus servicios, le reclaman protección o justicia y únicamente reciben órdenes de su autoridad.

Esta relación no existe entre los Eslavos, ni entre los Romanos, ni en la India. Es exclusiva de los Germanos y no es una evolución de sus instituciones primitivas, sino que surge de la conquista.

Los Germanos se subordinaban al jefe de una banda guerrera para presentar batalla y una vez hecha la conquista, se repartían las tierras entre los soldados. Estos quedaban así asentados en el lugar y subordinados a su señor. Se formó una aristocracia, que resultó ser un sistema social muy estable en aquella época.

Al principio, cuando la persona beneficiada con un pedazo de tierra se moría, entonces los señores revocaban el feudo para concederlo a otro. Poco a poco los bienes raíces se fueron haciendo hereditarios, de modo que las familias enteras se injertaban en el feudo y lo hacían estable por generaciones. A cada cambio, se renovaba el juramento con gran homenaje y con gran aparato teatral se recibía la investidura. El heredero se postraba ante el señor feudal, quien le entregaba una rama de árbol, un puñado de tierra o cualquier otro símbolo.

Al fin, entre los Germanos no hubo tierra sin señor, ni señor sin tierra. Esta forma se fue extendiendo, y hubo ciudades y conventos que se sometieron a las obligaciones feudales para tener vasallos. Con el tiempo se hicieron hereditarios los cargos de senescal, palafrenero, copero, porta-estandarte, y hasta los altos mandos militares. Desde que se hizo hereditario el feudo, lo fue también la lealtad.

Las personas ya no se consideraban miembros del Estado. La soberanía pertenecían al señor del feudo con todos los derechos reservados actualmente al poder público. Los vínculos de nacionalidad se rompían y la idea abstracta del Estado cesaba. Los barones quedaban interpuestos entre el rey y el pueblo, sin que estos últimos pudiesen ponerse en comunicación sino por medio de aquellos. De este modo el rey fue únicamente soberano de nombre. Y no tenía mayor realeza el emperador, salvo la poca que le daba su carácter religioso.

La única fuente del poder era Dios, cuyo vicario era el Papa, el cual, reservándose el gobierno de las cosas eclesiásticas, confería el de las temporales al emperador.

En esta cadena nada le quedaba al rey, así que no pudieron hacer lejanas expediciones, puesto que los barones tenían obligaciones militares limitadas y por breve tiempo. Esto detuvo las emigraciones y las conquistas Germanas. El orden establecido y el absolutismo de la iglesia frenaron toda clase de nuevas ideas.

Las leyes no eran obligatorias para todo el país, sino únicamente para el territorio del señor que la hacía. Las regalías consistían en la jurisdicción, en la acuñación de moneda, en la explotación de minas y en exigir peajes. La hacienda no constituía un arte, por cuanto al príncipe le bastaban las regalías y los bienes de familia; las Cortes eran sencillas y no costaban nada el ejército ni los empleos, que corrían a cargo de los feudatarios.

Los señores feudales vivían fortificados en breñas y castillos, admirablemente dispuestos para la defensa, y que impidieron las incursiones de nuevos Bárbaros. Allí dentro acumulaban cuanto era necesario para la vida y la guerra.

El feudatario concebía una elevada idea de sí mismo, siendo independiente, tirano para con sus súbditos, y altivo como superior al temor y a la opinión. Los señores eran aficionados a los caballos, a las armas, a los halcones y a la caza. En vez de sueldo, daban a sus oficiales la libertad de la expoliación sobre los comunes. Desde sus castillos, se lanzaban sobre los valles para robar provisiones y mujeres. No había más juez que ellos, y no se oían más voces de censura que las de algunos frailes, que de tanto en tanto iban sumisamente a recordarles los diez mandamientos.

Los vasallos debían respetar a su señor, impedirle todo daño o deshonra, y rescatarlo si caía prisionero. Tenían que prestarle el servicio de las armas por un tiempo fijo, reconocer su jurisdicción, y pagar cierta cantidad cuando el feudo cambiase de titular. A esto se añadían otras obligaciones particulares, como pagar el servicio del molino, de la prensa y del horno del amo. Tenían que darle parte de los frutos al señor o prestarle un número dado de jornales. En algunos lugares, el señor era tutor de todos los menores, o heredaba de todas las personas que morían sin descendientes, o podía ofrecer un marido a toda heredera de feudo. El señor también otorgaba el privilegio de la caza que resultaba terrible para los súbditos, cuyos campos quedaban devastados después de las cacerías. Los vasallos, mientras tanto, recibían graves penas si mataban a un animal silvestre.

Las formas de castigo impuestas estaban determinadas por el capricho, la imaginación y hasta el humor de los señores. A veces los condenaban a servicios sociales, como regar las plazas o alimentar a las aves del corral. Otras veces los hacían hacer el ridículo frente a los demás y tenían que dar saltos haciendo ruidos obscenos o mover el cuerpo haciendo el borracho.

Las extravagancias indignas no estaban limitadas a los castigos, sino que solían acompañar el acto de investidura del feudo. Una de aquellas costumbres era el bofetón que el príncipe daba al armar a un caballero, y que hoy todavía es tradición de los obispos en el acto de la confirmación.

El derecho más solemne era el de la guerra privada o de los duelos, los cuales fueron sometidos a ciertas formalidades para hacerles menos frecuentes y menos homicidas.

Tampoco se formó una confederación de los Estados feudales. Algunos feudos mas poderosos se imponían sobre los más débiles, de tal suerte que hubo un corto número de ducados y principados, con los cuales surgió la necesidad de leyes más amplias, de juicios más regulares, de impuestos, de un ejército y todas las instituciones de los Estados modernos. En la sociedad imperaban los sentimientos del pundonor, la fidelidad a la palabra empeñada y el desprecio a todo acto de felonía.

El feudalismo se extendió por toda Europa. Con variaciones se impuso en Francia, donde duró hasta la Revolución. En partes de Inglaterra el sistema dura todavía. España no tenía feudos en el estricto sentido de la palabra, pero Castilla se formó con una nobleza feudal, poderosa por sus conquistas progresivas sobre los Árabes, donde no solo las tierras, sino hasta ciudades enteras se daban en beneficio.

Los grandes feudos se hacían cada vez más independientes y el número de hombres libres iba disminuyendo, pues éstos preferían colocarse bajo los auspicios de un grande que los defendiese. Suevia y los Alpes Helvéticos son casi los únicos puntos donde quedaron cultivadores libres. Algunos se constituían en comunes, mayormente en las ciudades y de ellos emanaron el derecho municipal y las diferentes industrias.

Los guerreros a caballo se habían convertido en la élite de las unidades militares francas y esta novedad se extendió por Europa. Luchar desde un caballo reportaba mayor gloria en la batalla porque los jinetes podían moverse velozmente y pisotear al enemigo de menor rango que luchaba a pie. La caballería gozaba de mayor prestigio por el alto coste de los caballos, las armas y las armaduras. Sólo los individuos adinerados o los siervos de los ricos podían permitirse luchar como jinetes.

Estos guerreros eran hechos vasallos a cambio de feudos de tierra. El beneficio obtenido de esas tierras debía usarse para pagar caballos y equipamiento. En la mayoría de los casos, los vasallos mantenían también a grupos de soldados profesionales. En un tiempo en que la autoridad central era débil y las comunicaciones pobres, los vasallos, ayudados por sus siervos, eran los responsables de la ley y el orden dentro de su feudo. A cambio de este feudo, los vasallos accedían a proporcionar apoyo militar a su señor. De esta manera, los nobles y los reyes podían disponer de un ejército cuando lo deseaban. Los vasallos a caballo eran la élite de estos ejércitos.

La élite de guerreros a caballo de Europa Occidental empezó a ser conocida como caballeros. Se desarrolló un código de conducta, llamado de caballería, que detallaba cómo debían comportarse. Estaban obsesionados con el honor, tanto en tiempos de paz como de guerra, aunque por lo general esto se limitase al trato con sus iguales, no con los plebeyos y campesinos que constituían la mayor parte de la población. Los caballeros se convirtieron en la clase dominante al controlar la tierra, de la que se derivaba toda la riqueza. Al principio, los aristócratas eran nobles debido a su prestigio de guerreros superiores en un mundo de violencia. Más tarde, su situación y prestigio se convirtieron principalmente en hereditarios, en detrimento de su importancia como guerreros.

  La Iglesia medieval

La cristiandad respetaba los juicios del Papa por obediencia debida y eran invocados para resolver los conflictos entre gobernantes, para sostener los privilegios del clero o para favorecer la integridad del matrimonio. Pero al mismo tiempo que se hacían omnipotentes, los papas veían perturbados sus propios Estados por cismas y facciones.

El clero, rico y venerado, extendía su propia jurisdicción. Como frecuentemente daba pruebas de mayor doctrina y equidad, los fieles se sometían gustosos a él, antes que recibir la violenta y caprichosa justicia de los señores feudales. Los mismos reyes preferían conferir la autoridad a los obispos que a los señores armados.

La iglesia tuvo poder suficiente para enfrenar a los señores y a los reyes, tomar a los débiles bajo su protección y conservar la paz cuando cada cual pretendía hacerse justicia por sí mismo. A este fin introdujo la tregua de Dios, por la cual desde el miércoles por la noche hasta el lunes siguiente se suspendían las hostilidades privadas, y se prometían indulgencias al que la observase y la excomunión al que la violara. De allí viene el dicho cristiano que en martes, ni te cases ni te embarques. La iglesia era la única institución medieval que podía establecer leyes multinacionales.

Con el poderío de los obispos, creció el de los papas. Si éstos intervenían antes como jueces o árbitros en los grandes intereses, más pudieron intervenir desde el momento en que fueron príncipes de la iglesia, en medio de los muchos otros príncipes que se habían repartido los restos del imperio de Carlomagno.

La iglesia siempre tuvo una organización vertical muy estricta. La totalidad de la población, tenía la obligación de asistir a misa cada fin de semana. A falta de medios de comunicación masiva, una simple orden del papa bastaba para que en los sermones de la misa dominical, su opinión se extendiera hasta los últimos confines de la civilización cristiana.

Tanto poderío en los obispos y en los papas, si bien agradaba al pueblo, disgustaba a los reyes, quienes, apelando al derecho feudal, pretendían que los eclesiásticos les prestasen homenaje, y les sometiesen la confirmación de sus bienes y jurisdicciones. Por consiguiente conferían beneficios y dignidades muy ajenos al mérito y a la virtud de los religiosos. Esto dio origen a una inmensa corrupción del clero, atestiguada por los principales santos de aquella época y por los concilios que condenaban esas desviaciones. Reinaban el lujo, la corrupción y el escándalo en el seno del santuario. Se negociaba con los cargos sagrados y los curas, que excitaban sus apetitos libidinosos con el vino y los alimentos, tampoco se privaban de las mujeres.

Contra la simonía, el concubinato y la corrupción, se alzaban decretos de obispos, de concilios y se introducían reglas severísimas de vida claustral, como las de los Cluniacenses, de los Camaldulenses y de los Vallumbrosanos, quienes dieron grandes ejemplos al resto de la cristiandad. En la Edad Media convivían grandes santos verdaderos con los mayores hipócritas de la humanidad.

  El comercio medieval

El aliciente principal para los viajes era el comercio. Las cruzadas, además de hacer considerar a Europa como una sola nación, abrieron nuevos caminos y facilitaron establecimientos comerciales, que proporcionaron riquezas sobre todo a las repúblicas italianas. Los Genoveses y Venecianos marcharon al frente de los demás países, abrieron el Egipto, llegaron a la China, mientras que del Norte traían maderas, cáñamo, pez, cera y tuvieron grandes establecimientos en Alejandría de Egipto, donde los Mamelucos les favorecían merced a los derechos que cobraban de los negociantes.

El comercio medieval Alimentaban el comercio las especias y demás productos de la India, mayormente la pimienta, tan común entonces como ahora el azúcar, la goma, el alcanfor, la sandáraca y las maderas tintóreas. Creció el consumo de la seda, con la cual rivalizaban las pieles. Cada feudatario fabricaba sus armas, pero las de mayor reputación eran las de Milán y de Damasco.

Las tierras que fueron romanas estaban repartidas entre señores que ejercían un predominio sobre la misma Roma. En la Italia meridional rivalizaban dos partidos, uno franco y otro griego, los Longobardos los Sarracenos, y las ciudades republicanas. Por su comercio prosperaban Amalfi, Pisa, Venecia y Génova. En Pisa se habían refugiado los Sardos, al ser invadida su isla por los Árabes, los cuales fueron finalmente arrojados de ella, siendo luego repartida entre Pisanos y Genoveses.

Los venecianos controlaron el comercio de las especias hasta el año 1500. Habían constituido una patria, un gobierno y un santo; respetaba a los emperadores de Oriente por conveniencias comerciales y por obtener derechos sobre la Dalmacia; instituía ferias por todas partes, compraba manufacturas a los Árabes, y con largos viajes traía de la India las drogas que luego difundía por toda Europa; tomaba en adjudicación las gabelas de los demás países y utilizaba las salinas; tenía a raya a los piratas de la Istria; se hacía protectora de las ciudades ilíricas y dálmatas, y se encontró señora del Mediterráneo, con buena moneda y pronta justicia; el jefe del Estado tomó el nombre de dux de Venecia y Dalmacia por la gracia de Dios.

En el siglo XIII se formaron compañías comerciales en Inglaterra para traficar con Flandes, que adquirió singular vida por el comercio y la fabricación de los tejidos, con lanas que compraba a los Ingleses. El Parlamento de Oxford prohibió luego el exportarlas; y Eduardo III, sacando partido de las discordias de los Flamencos, les prometió entre otras cosas, buena vaca y buen carnero para que fuesen a ejercer su industria en Inglaterra, como efectivamente hicieron. No tardaron los mercaderes en adquirir la importancia que antes se daba únicamente a los propietarios, a los legistas y a los guerreros. Pronto los Ingleses tuvieron bancos en el Báltico y en las costas prusianas y danesas, y la navegación por las costas enseñó a desafiar los peligros del Océano.

El comercio halló un grave obstáculo en la piratería, que para los antiguos no era más deshonrosa que hoy la conquista, y la vemos, ejercida por los héroes de Homero. En la Edad Media se constituyeron ciudades para ejercerla. Los Anseáticos trataron al principio de destruirla, con no dar cuartel a los buques corsarios, y prohibir la compra de sus presas.

En el centro de Europa cada propiedad era como un Estado diferente y las comunicaciones se hacían muy difíciles. Cada feudo establecía un peaje a las personas y a las mercancías que atravesaban su territorio, lo que dificultaba el tráfico. No era posible constituir un gobierno bien ordenado. Las divisiones territoriales imponían multitud de obstáculos que impedían el desarrollo de la civilización.

El comercio daba importancia al dinero en efectivo. El cuño y título de la moneda variaban hasta el infinito, de modo que se estipulaba la verificación de los pagos en moneda de tal o cual país determinado. Hubo después cambiantes lombardos, sieneses y florentinos, que recibían cantidades en depósito, y las iban entregando a medida que llegaban órdenes del depositante. De esto se pasó al uso de las letras de cambio.

Se fundaron bancos de depósito y crédito, como los de Venecia y de Génova, que empleaban los capitales para financiar instituciones, empresas y hasta conquistas.

Gran preponderancia adquirían los Judíos, los cuales, no pudiendo comprar tierras, empleaban sus capitales en el tráfico, mayormente en préstamos, en cuyo negocio les imitaron los Lombardos. Eran muy altos los intereses, sobre todo donde estaba prohibida la usura, pues los prestamistas se hacían pagar el peligro que corrían.

Los Frescobaldi, los Bardi, los Peruzzi, los Capponi, los Acciajuoli, los Corsini y los Ammanati de Florencia eran en el siglo XIV los banqueros más célebres de Inglaterra y de los Países Bajos.

  La Codicia Cristiana Occidental

El avance en el conocimientos de los griegos y la doctrina de Jesucristo fueron dos pasos hacia adelante y la Edad Media un paso hacia atrás en la Civilización Cristiana Occidental. Entre los años 1400 y 1600 se produjo un movimiento llamado El Renacimiento, que una definición arbitraria en el tiempo para indicar un cambio en la evolución del pensamiento europeo occidental. La palabra Renacimiento implicaba volver a las fuentes del conocimiento y la cultura, pero esto no es lo que ocurrió exactamente. Hacia el año 1500 ya se disponía de nuevos avances tecnológicos que llegaban de Oriente y además la forma de vida de los occidentales, generaban nuevas necesidades insatisfechas en la población.

Jesucristo predicó hasta el cansancio el desapego hacia las cosas materiales de este mundo. Los Cristianos Occidentales del Renacimiento hicieron todo lo contrario y se volvieron la civilización mas codiciosa del mundo durante los últimos cinco siglos de la Historia de la Humanidad.

Si algún erudito en el año 1500 se hubiera puesto a analizar cuál podría ser la civilización dominante del mundo en el futuro, Europa Occidental tenía muy pocas posibilidades de formar imperios universales. Los conocimientos de los griegos se habían perdido. La domesticación de animales, la agricultura, la escritura, la metalurgia, la rueda y muchas otras innovaciones fueron originadas en Medio Oriente y China. Europa no había contribuido con ningún avance tecnológico significante en el “Viejo Mundo”. Recibían los conocimientos científicos de la Cultura Islámica del Norte de África y China era la nación líder en todos los desarrollos tecnológicos de la Humanidad.

Europa estaba dividida en docenas de reinos, principados y regiones autónomas que se peleaban continuamente unas con otras. Hablaban una inmensa variedad de lenguas que se escribían en diferentes alfabetos o directamente no tenían escritura. La población había sido diezmada por la “peste negra” y no había suficientes campesinos para producir alimentos, por lo que regiones enteras estaban azotadas por la hambruna. La población era ignorante, analfabeta y supersticiosa. Los gobiernos eran totalitarios, no existía seguridad jurídica ni personal. La Iglesia Cristiana condenaba a la hoguera a los científicos que se atrevían a desafiar el contenido de la Biblia.

Por aquella época, China estaba políticamente unificada desde hacía muchísimo tiempo. La gran mayoría de los habitantes hablaban la misma lengua. Se impuso una sola escritura. Como no usan alfabeto para representar el sonido de las palabras sino símbolos para expresar su significado, hasta el día de hoy los que hablan diferentes dialectos pueden entenderse a través de la escritura común. Un diario publicado en cantones lo pueden leer los que hablan mandarín y viceversa, porque usan los mismos símbolos con los mismos significados, aunque hablen de diferente manera. Esto es algo impensable e imposible en el resto de las civilizaciones.

China tenía un desarrollo tecnológico muy superior al resto del mundo. Dominaban la fundición del hierro, crearon la brújula, la pólvora, el papel, la imprenta y muchas otras innovaciones de la humanidad hasta ese presente. Tenían la flota mas poderosa del mundo, compuesta por barcos de hasta 110 metros de largo. Viajaban en convoyes de hasta 28000 marineros y navegantes. Siete gigantescas flotas navegaron por el Océano Indico y en las costas del Este de África entre los años 1403 y 1433.

¿Por qué China, que tenía todos los medios para hacerlo no conquistó el resto de mundo? ¿Por qué no formó colonias en todos los continentes, explotando sus recursos y esclavizando a sus habitantes en beneficio propio?

A China le faltaba la codicia generalizada de sus habitantes, que recién se le empezaría a despertar alrededor del año 2000.

Santo Tomás de Aquino (1225-1274) enumeró los siete pecados capitales: orgullo, avaricia, glotonería, lujuria, pereza, envidia e ira. El término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a Santo Tomás (II-II:153:4) “un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos e pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal”.

Si definimos a la codicia como el deseo excesivo de bienes materiales, entonces podríamos decir que es el super-pecado capital que origina a todos los demás pecados capitales. El amor extraordinario a las cosas materiales origina la glotonería y la lujuria (excesos de uso); la avaricia (acumulación); la envidia (el deseo a lo que tienen los demás); orgullo (mostrarle a todos los demás); la pereza (vivir a costa de los demás) y la ira (cuando no se puede imponer la propia voluntad a los demás).

Jesucristo tenía razón, la convivencia en este mundo es un infierno cuando se vive en el egoísmo típico de una sociedad excesivamente materialista. Por eso aconsejaba que al que te quita dale y no se lo reclames.

La Historia no es una simple sucesión de hechos. La Historia verdadera es una ciencia que nos deja enseñanzas muy importantes. Darwin explicó muy bien la desaparición de las especies débiles y la supervivencia de las dominantes. La Historia también nos indica claramente que las civilizaciones dominantes son las que introducen la codicia en la cultura de sus habitantes.

La dominación Europea Cristiana Occidental impuesta al resto del mundo no fue debido a la superioridad de recursos que la convertían en la cultura más avanzada de la tierra. No fue la poderosa China, sino la codicia de los Europeos lo que les permitió cometer tantos genocidios, esclavizar a otra razas y apoderarse de los recursos de casi todo el resto del planeta.

Los europeos auténticos no cometieron todos los genocidios en América. Por citar unos pocos ejemplos, Estados Unidos, Uruguay y Argentina cometieron grandes genocidios cuando ya eran países independientes. Los criollos (descendientes de europeos nacidos en América) heredaron la misma cultura y la misma codicia de sus antepasados. Por eso eliminaron a los nativos que no les permitían el uso de las tierras más productivas. Tuvieron más suerte los indígenas que vivían en junglas y montañas sin utilidad económica.

Los Estados Unidos llegaron como la única super-potencia mundial a principios del tercer milenio, gracias a la codicia de sus habitantes. Mientras no tenga competencia, sólo una pequeña minoría de la humanidad puede consumir la mayoría de los recursos del planeta hasta hartarse y sin restricciones. La Historia-Ciencia nos indica claramente que al despertarse la codicia de los pueblos de China e India, inevitablemente se llegará a una terrible conflagración mundial entre Oriente y Occidente por el reparto de los recursos del planeta, que no alcanzan para tantos miles de millones de personas codiciosas. Los sobrevivientes a este cataclismo comprenderán claramente que Jesucristo no estaba tan equivocado.

 

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(1) 

Es notable la coincidencia de las ideas de Platón con la teroría de la reencarnación. Los indúhes dicen que algunas personas hacen todo bien "instintivamente" porque lo aprendieron en otras vidas anteriores y ya llegan con un conocimiento innato superior a su nueva vida y por lo tanto son capaces de hacer todo bien porque ya "saben" las cosas desde antes de nacer. En cambio, los que no han tenido suficientes vidas productivas o porque fueron mal aprovechadas, vuelven a nacer con pocos conocimientos innatos y por lo tanto les sale todo mal a lo largo de sus vidas y resultan seres inferiores que no se adaptan a vivir en sociedad, como los delincuentes, ladrones y homicidas. Despues de muchas reencarnaciones, tienen mas oportunidades de aprender y al final todos tienen la esperanza de alcanzar la perfeccion. [Volver al Texto]

(2) 

Se llama "piqueteros" a los manifestantes callejeros con fines políticos en Argentina, que detienen el tráfico a propósito e interrumpen la vida normal del resto de los ciudadanos. [Volver al Texto]

(3) 

Cerinto y los ebionistas (del hebreo pobres, también llamados "nazarenos" a causa de su ideal de vida pobre), tomaban como base un rígido monoteísmo unipersonal y negaron la divinidad de Cristo. Esta rama del cristianismo no properó. [Volver al Texto]

(4) 

Paul Johnson, Historia del Cristianismo, Vergara, 2000, Primera Edición, página 52. [Volver al Texto]

(5) 

El emperador Constantino recibió el bautismo cristiano en su lecho de muerte. [Volver al Texto]

(6) 

Los docetas afirmaban que Jesús sólo tenía un cuerpo aparente. Los mandeos, gnósticos o sabios, tenían la doctrina del dualismo, donde la realidad deriva de dos principios, que se encuentran en el origen de todas las cosas, el dios masculino y el dios femenino. El gnosticismo, del griego gnosis, o sea, conocimiento, se debe a que los miembros de este movimiento afirmaban la existencia de un tipo de conocimiento especial, superior al de los creyentes ordinarios y, en cierto sentido, superior a la misma fe. Este conocimiento podía conducir a la salvación por sí solo. El monoarquismo, enseñó que en Dios no hay más que una persona. Los maniqueos creen que en el dualismo existen dos principios en lucha: bien y mal, espíritu y materia, alma y cuerpo. Según Manes que nació en Persia hacia el año 217, estos principios son irreductibles. A mediados del siglo II Montano opinaba que el cristianismo se estaba convirtiendo en algo fácil y mundano y que era necesario volver al cristianismo primitivo. Esta idea alcanzó gran prestigio en Frigia y Asia Menor. Montano condenó acciones como las segundas nupcias, el huir de la persecución, el servicio militar en el ejercito imperial, el asistir a los juegos del anfiteatro. Era un rigorista quien además pedía fuertes ayunos. También predijo el retorno inminente del Mesías. [Volver al Texto]