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Los Griegos
Uno de esos momentos increíbles se produjo hace más o menos dos mil quinientos
años. Los griegos de golpe se volvieron tan inteligentes que partiendo de la
nada, inventaron por su propia cuenta la filosofía, la lógica, la moral, la
geometría, la estética, la geografía, la política, la ética, la historia y lo
demás que es muy largo de enumerar. No se olvidaron de nada. Supieron que el
mundo era una esfera flotando en el espacio y calcularon la circunferencia con
notable precisión. Hasta dedujeron la existencia del átomo a puro
razonamiento. Ese fue el primer milagro de la civilización occidental.
Los niños se admiran hasta de una hoja que cae del árbol. Se les cuelga en la
cuna cualquier cosa inútil frente a sus ojos, si es posible que brille o que
se mueva, para dejarlos entretenidos y no molesten. Cuando comienzan a hablar,
atormentan a todos con preguntas que siempre comienzan ¿Por qué…?. Poco
tiempo después se vuelven adultos normales y no se asombran ni por el sol que
sale todos los días, aceptando cualquier explicación que le da su sociedad,
absurda o convincente, sin que ya le importe demasiado.
A los primeros filósofos griegos se los llamó filósofos de la naturaleza
por que dejaron de lado todos los conceptos mitológicos y sin sentido que
explicaban los fenómenos de la realidad cotidiana. Volvieron a contemplar
todas las cosas con el asombro de un niño y se preguntaban ¿Cómo es posible
que el agua se convierta en peces? ¿Por qué la tierra se convierte en árboles?
La tarea colosal de los primeros filósofos, fue tratar de encontrar algunas
leyes naturales constantes que explicaran los continuos cambios de la
realidad. Esa actitud crítica frente a explicaciones irracionales (como que
durante las tormentas los rayos eran la espada de un dios enojado) generó un
un enorme avance en el conocimiento humano. Al final inventaron la teoría
basada en una hipótesis que para ser aceptada necesitaba una
demostración lógica. Este método de desarrollo del conocimiento humano
todavía sigue muy vigente.
El primer nombre de un filósofo que ha llegado a nuestros días es Tales, de la
colonia de Mileto. Fue un gran matemático que calculó la altura de las
pirámides de Egipto midiendo su propia sombra. También predijo eleclipse solar
del año 585 antes de Cristo.
Además de Tales, surgieron otros dos filósofos en Mileto: Anaximandro y
Anaxímenes, que se planteaban el problema del cambio: Nada se produce
de la Nada. Parménides y otros filósofos de la colonia de Elea se sumaron para
buscar una solución y entre todos ellos llegaron a la conclusión que Todo ha
existido siempre y seguiría existiendo en el futuro. Parménides fue un poco
mas adelante y predijo que no hay nada que no se pueda convertir en algo
diferente. Hace 2500 años se dedujo lo que hoy conocemos como “El Primer
Principio de la Termodinámica”: Nada se gana, Nada se pierde, Todo se
transforma.
Por aquella época ya se decía: si no lo veo no lo creo. Parménides
también observaba cómo cambiaban las cosas en la naturaleza, pero eso no lo
conformaba si no estaba de acuerdo con su razón. Decía que había que
descubrir toda clase de ilusiones de los sentidos y fue el creador del
racionalismo.
Contemporáneo de Parménides fue Heráclito (540-480 antes de Cristo) un
filósofo de la colonia de Efeso. Decía que todo fluye, todo cambia: cuando
vuelvo al río, ni es la misma agua ni yo soy el mismo de antes. Como dice
el tango: Ni vos sos la misma ni yo soy el mismo. Sin embargo todos
sabemos que algo de nosotros sigue siendo lo mismo. Los filósofos
griegos buscaban separar lo que permanece constante de lo que cambia
constantemente. Hay circunstancias que siempre ocurren de la misma manera.
Cuando se puede repetir el mismo evento dos o mas veces bajo condiciones
controladas, entonces se está en presencia de una constante de la
naturaleza. Heráclito fue el primer experimentalista de la Historia.
Empédocles (494-434 antes de Cristo) era un filósofo de la colonia de Sicilia.
Hizo la síntesis del racionalismo de Parménides (todo permanece) y el
experimentalismo de Heráclito (todo fluye, todo cambia). Empédocles
decía que el agua siempre sería agua pura y no se podía transformar en pez. Su
teoría era que en la naturaleza había elementos inalterables (todo
permanece) que constantemente se combinaban entre ellos para formar cosas
diferentes (todo cambia). Comenzaron por teorizar que los elementos
fundamentales eran cuatro: agua, fuego, agua y aire. Anaxágoras fue el primero
que dijo que todas las cosas están hecha de muchas piezas minúsculas
que se combinaban entre sí. Hoy sabemos que los elementos químicos que
forman todas las cosas son alrededor de un centenar.
Asombrosamente, Empédocles ya decía que había dos fuerzas fundamentales,
a las que llamaba amor y odio. El amor unía a los elementos y el
odio los separaba. La ciencia moderna ha demostrado que los elementos se unen
por atracción y repulsión. Todavía se siguen llamando fuerzas fundamentales de
la naturaleza a la gravedad, al electromagnetismo y a la energía fuerte que
mantiene unido al núcleo de los átomos.
El último gran filósofo de la naturaleza se llamaba Demócrito (460-370
antes de Cristo). Suponía que todo tenía que estar formado por combinaciones
de las piezas minúsculas de Anaxágoras, a las que llamó átomos
que en idioma griego significa indivisible. Pensaba que los átomos eran
eternos, macizos e inalterables. Demócrito decía que eran diferentes entre sí
(redondos y lisos, irregulares y torcidos) que al combinarse entre sí formaban
las amapolas, los olivos, la piel de cabra y hasta los pelos humanos. Esta
teoría explicaba por qué Todo cambia (los átomos de las cosas se separan) pero
Todo permanece (los átomos inalterables se vuelven a combinar en otra cosa).
Por eso hasta un olivo podía transformarse en pelo humano, pero
fundamentalmente seguían siendo lo mismo. ¿Cómo fueron capaces de adivinarlo?.
Es un verdadero milagro de la inteligencia humana. Sencillamente, los griegos
desarrollaron en tiempo récord, una cantidad de conocimiento humano admirable.
Sin embargo, lo mejor estaba por llegar.
La sociedad griega de aquella época tenía fe en el destino, aceptando
que todos los acontecimientos en el futuro ya estaban predestinados de
antemano. En vez de tirar las cartas, leer las manos o interpretar las
estrellas, los griegos tenían el oráculo de Delfos. Al llegar a Delfos,
los interesados en conocer su destino le daban las preguntas a los sacerdotes,
que a su vez la entregaban a la sacerdotisa Pitia que se sentaba en una silla,
al borde de una grieta de la tierra de donde salían gases narcóticos que la
embriagaban y así le permitían hablar con la voz del dios Apolo.
Muchos jefes de estado no se atrevían a tomar decisiones o declarar una guerra
sin antes consultar el oráculo de Delfos. Opinaban que el resultado final
podía cambiarse con la intervención de los dioses. El destino no sólo
controlaba la vida de los individuos, sino que hasta el destino del mundo ya
estaba predeterminado.
Paralelamente a los filósofos de la naturaleza aparecieron
historiadores griegos como Heródoto (484-424 antes de Cristo) y Tucídides
(460-400 antes de Cristo) que comenzaron a decir que perder una guerra no era
una venganza de los dioses contra los gobernantes, sino una consecuencia de
sus propios actos por ignorar las enseñanzas de la historia.
La fe en el destino también fue atacada por Hipócrates, que había nacido en el
460 antes de Cristo. Creó una ciencia nueva llamada medicina, que
intentaba encontrar causas naturales a las enfermedades, en vez de aceptarlas
como un castigo de los dioses.
Anaxágoras vivió un tiempo en Atenas, una ciudad tan ignorante que lo expulsó
por decir que el sol era una inmensa bola de fuego. Poco a poco, la capital se
fue llenando de profesores y filósofos errantes que provenían desde las
colonias griegas, por lo que los habitantes fueron aumentando sus
conocimientos. Los atenienses habían formado una democracia con
asamblea popular y tribunales de justicia. El interés comenzó a centrarse en
el ser humano y su lugar en la sociedad. Hacia el año 450 antes de Cristo,
Atenas ya era el centro cultural del mundo griego.
Sócrates (470-399 antes de Cristo) nació en Atenas y pasó la mayor parte de su
vida caminando por las calles y plazas, conversando con cualquiera que
estuviera dispuesto. Al principio tuvo el mismo trabajo que su padre, que era
escultor, pero después lo dejó y dedicó su vida a la investigación filosófica.
Muchas veces pidió dinero a sus amigos. Conforme con la ley de rotación de
oficios, participó en el Concilio con el encargo de "seleccionar problemas"
para después presentarlos en la asamblea. Se casó con Santippe, que tenía tan
mal humor, que hasta se decía que Sócrates siempre estaba en público no para
filosofar, sino para estar alejado de su mujer. Algunas veces, se quedaba mudo
e inmóvil, en profunda meditación durante horas. Aparte de ser un vago era feo
de remate, bajito, gordo, medio calvo, con ojos saltones, nariz respingona y
encima hasta se hacía el tonto frente a los demás (ahora se llama ironía
socrática). De esa manera dejó en ridículo a tanta gente en público, que
con cualquier pretexto lo condenaron a muerte. No escribió nada en absoluto.
Por casi 2500 años, fue el filósofo que ha tenido más influencia en el
pensamiento de la civilización occidental. Sócrates ha sido una de las
personas más inteligentes de la humanidad.
La madre de Sócrates era una comadrona (partera) y él siempre decía que su
madre no tenía muchos bebés, sino que ayudaba a que otras mujeres los
tengan. El también ayudaba a los demás a pensar y filosofar, usando el
método de hacer preguntas como si fuera un ignorante, para dejar en evidencia
a la falsedad de las ideas y conceptos de los demás. El método resultó muy
bueno, pero Sócrates se ganó muchos enemigos.
Los filósofos de la naturaleza que comenzaron a ser llamados
pre-Socráticos, tuvieron un éxito enorme en las ciencias exactas y su
aplicación para explicar la realidad material. Fueron capaces de separar lo
que es permanente de lo que cambia o fluye y lo explicaron magistralmente.
A partir de Sócrates, los filósofos griegos se dedicaron a la cuestión del
bien y del mal. A la definición del ser humano y su relación con la sociedad.
También trataron de separar lo permanente de lo que cambia, como los
naturalistas. Si bien avanzaron muchísimo, no llegaron a conclusiones tan
claras y definitivas.
Unos siglos más tarde diría Cicerón: Sócrates hizo que la filosofía bajara
del cielo a la tierra, y la dejó morar en la ciudades y entrar en las casas,
obligando a los seres humanos a pensar en la vida, en las costumbres, en el
bien y en el mal”.
Sócrates decía que quien sepa lo que es bueno, también hará el bien. Quería
decir que quien tiene conocimientos correctos lo conducen a acciones correctas
y por lo tanto se convierte en un ser correcto. Cuando actuamos mal, lo
hacemos por ignorancia, no por maldad. Una de sus definiciones más geniales
fue que la capacidad para distinguir el bien y el mal está en la razón, no
en la sociedad. Afirmaba que era imposible ser feliz si uno no actúa de
acuerdo a sus convicciones. El que sepa cómo llegar a ser un hombre feliz,
intentará serlo. Sócrates decía que había reglas totalmente básicas sobre lo
que es bueno y lo que es malo, y no variaba de pueblo a pueblo, de cultura a
cultura, de generación a generación, como opinaban los sofistas, que eran
profesores griegos que cobraban por sus enseñanzas.
Platón tenía 29 años cuando a Sócrates lo obligaron a vaciar su copa de
veneno. Había sido su discípulo por mucho tiempo y quedó consternado. Para
Platón, la muerte de Sócrates constituía una clara expresión del contraste
entre una forma de actuar de la sociedad en la práctica y lo que es
verdadero e ideal.
Platón escribió una transcripción de la defensa de Sócrates, una colección de
cartas y 35 diálogos filosóficos de su maestro. Además fundó su propia escuela
de filosofía en las afueras de Atenas. Esa escuela estaba ubicada en una
arboleda que debía su nombre al ser mitológico griego Academo, por lo que se
llamó la Academia. Desde entonces se han formado miles de academias
alrededor del mundo.
El proyecto filosófico de Platón era encontrar lo eternamente verdadero, lo
eternamente hermoso y lo eternamente bueno. Para ello sigue la línea de
pensamiento de Empédocles y Demócrito, cuando explicaron que las cosas de la
naturaleza cambian, pero hay “algo” que es eterno e inmutable como los átomos.
Platón concluye que todo lo que se aprecia con los sentidos es lo que cambia o
fluye y lo que es eterno e inmutable son las ideas. Los objetos materiales
cambian o desaparecen, lo que permanece es “el molde mental” de la idea que lo
representa.
Platón llegó a la conclusión que tenía que haber una realidad
detrás del mundo de los sentidos y la llamó el mundo de las ideas.
Igualmente pensaba del ser humano, que estaba compuesto por un cuerpo que
fluye y cambia y un alma inmortal, que es la morada de la razón. Al ser
eterna, Platón llegó a la conclusión de que el alma debía existir desde antes
de meterse al cuerpo (1). Este
notable concepto no prosperó en el cristianismo moderno, que si bien considera
que cada alma humana individual es eterna hacia el futuro, solamente comienza
a existir desde el momento de la concepción del óvulo humano y vive una sola
vida terrenal que decide su destino para siempre.
Cuando Platón tenía 61 años, llegó a su escuela un joven procedente de
Macedonia que se llamaba Aristóteles y se quedó en la academia por 20 años.
Era el hijo de un conocido médico y por lo tanto un científico. A Aristóteles
le preocupaba la naturaleza viva. Además de filósofo, fue un gran
biólogo.
Platón se preocupó por encontrar lo permanente, lo que no cambia. Aristóteles
se interesaba más por lo que cambiaba en la naturaleza de la vida. Platón le
dio la espalda al mundo de los sentidos y Aristóteles hizo todo lo contrario.
Fue un gran sistematizador y ordenó las distintas ciencias. Finalmente funda
la Lógica como una nueva ciencia.
Aristóteles negó la teoría de Platón que el hombre tenía una inteligencia
innata que se le despertaba a lo largo de toda su vida. Al contrario,
Aristóteles decía que el alma estaba vacía de ideas en el nacimiento y que se
iban formando por la percepción de los sentidos y la razón que ordenaba esas
sensaciones.
Al contrario de los pre-Socráticos que acertaron en todos sus conceptos hasta
el final, los post-Socráticos como Platón y Aristóteles dejaron al menos dos
teorías posibles, que serían extendidas por grandes filósofos occidentales.
Dos mil quinientos años después, todavía estamos esperando a un "Demócrito
post-Socrático" que nos haga la sítesis maravillosa para explicar lo que somos
y para qué existimos.
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